Digesto eleccionario

(Al que le quepa el sayo que se lo ponga)

Se realizaron por primera vez en la historia las elecciones Primarias, Abiertas, Simultáneas y Obligatorias. Si los que diseñan este tipo de eventos, festicholas de la democracia, juntadas, guitarreadas, o como le quieran llamar, fueran un cacho más astutos, le tendrían que haber puesto Primarias Ombligatorias Monumentales y Oscurantistas, así votaba hasta el POMO.
Lo cierto es que en nuestra provincia –que es reflejo del país y del mundo– no hubo víctimas fatales que lamentar, tampoco heridos de consideración, ni suicidados, ni empalados, ni apaleados, ni emparedados o eviscerados; solamente un puñado de muertos políticos (algunos que vivaban otros que coleaban) y un puñado naranja que parece haber recibido una inyección de electrovoltios, a la Frankestein.
(“Inyeción de electrovoltios”: dícese de sillones calentitos para sus niños ricos que tenían tristeza). El ex indiscutible pampeanao se parece cada vez más a la caricatura de Carlos Saúl, que –casualmente– en La Rioja se arrima a Cristina para mantener la banca.
Pero si algo logró el aplastante, contundente, tonélico (de tonelada) y elefantiásico triunfo de Cristina Fernández, es unir, amalgamar, y sancochar a estamentos que eran imposibles, sólo un corto lapso de tiempo atrás.
Cerrados los comicios y con el resultado puesto (como si hubiera que haber esperado que cerraran los comicios) fue grotesco escuchar –en estéreo– la disciplinada frase “los votos son de Cristina”, inclusive desmentida por la propia destinataria de los flemáticos elogios.
Hubo por lo menos dos persona diametralmente opuestas en todo sentido que se regodearon haciéndose los humildes: Rubén Hugo Marín, un fósil político que tiene la ilusión de haber resucitado con esto que pasó (pero en donde se corra un cachito de la fila, le va a pasar lo mismo que al otro), y Juan Esponda, un referente joven, podría decirse que un nonato de la rosca política, ahora también alineado con el Kirchnerismo, a raíz del prestanombrismo para meter a las chicas de la presidenta como candidatas a diputadas. ¡Qué paradoja, hermano, el Humanismo confundiéndose en un abrazo fecundo con el Peronismo, el partido político más caníbal que existe! ¿Silo? Bien, gracias.
Pero no fue la única “coincidencia” que sorprendió. En las provincias furiosamente ultrasojeras (y por ende, violentamente anti Cristina, tiempo atrás) también ganó el Kirchnerismo: en Santa Fe sacó el 37%, cinco puntos arriba de Hermes Binner, cuyo Frente Amplio Progresista se reinstaló hace sólo un mes en el poder provincial. Hasta en Gualeguaychú ganó CFK.
En Córdoba pasó más o menos lo mismo, con la diferencia que el que ganó hace unas semanas fue el peronista José Manuel De la Sota. Mayores porcentajes (entre 30 y 35%) se registraron en el interior, donde propiamente se siembra la soja. El titular de la Sociedad Rural, Hugo Biolcati, había reivindicado a Sarmiento en la inauguración de la exposición de Palermo y había instado a votar en contra del Gobierno. “Esta larga noche de ignorancia está llegando a su fin” había aventurado erróneamente el Herminio Iglesias con fusta y botas. A no ser que se hubiera refereido al asfaltado del campo argentino.
Volviendo a nuestra provincia habrá que ver cómo es que se acomodan los calzones, ahora, varios. No hay que ser muy visionario para aventurar que el ingeniero Carlos Verna guardará violín en bolsa otros cuatro años, apostando a la pócima de la vida eterna. Pero entre quienes parecen haberse inmolado en el fuego eterno de la verborragia errada, aparece el ladero Martín Borthiry, quien vomitó con tanta vehemencia contra los “K”, que ahora que en La Pampa cambió el viento, se le vino toda la bilis encima. Y ya se sabe que en la región los vientos de agosto son de temer.
Hoy a la mañana, nomás, pudo escucharse al nieto zurdito alabar por la radio de la mamá el impulso que el Gobierno le da a la ley de la tierra que impedirá la expropiación de los recursos nacionales por parte de capitales extranjeros. Fue consecuente, por lo menos en el énfasis, a cuando en los ’90 aplicó la de flexibilización laboral en la empresita que el abuelo, menos zurdo, supo concebir. Durará hasta que un chorro “K” le robe la moto o hasta que la “pauta” venga con otro color.
Mientras tanto Carrió, Duhalde, Alfonsín, Das Neves, Solanas, De Ángeli, Clarín, Biolcati, Borthiry, Verna, y otro montón de desalineados intentarán sacarse la tierra de acá a octubre. Y los que quedaron adentro se van a tener que enfilar como los patitos, porque, se comprobó una vez más, que quien no es amigo del “modelo” es enemigo. Y ya lo dijo el general y líder: “a lo enemigos ni Justicia”.

L.G.