Rick Rubin, el gurú de la música

El responsable del sonido que escuchamos hace más de 20 años se llama Frederick Jay Rubin y es el productor discográfico más respetado, solicitado e influyente de la actualidad. En cualquier estilo musical, pero especialmente en el rock.
Por supuesto que Rick, tal su sobrenombre, tiene en su vitrina numerosos Grammys (el máximo premio al que puede aspirar un productor discográfico, el mismo que ganó el argentino Gustavo Santaolalla) y está considerado una especie de “gurú” musical, más que un “técnico”. La labor más difícil del productor de un disco es descubrir lo que un artista puede dar, lo que tiene oculto, y cómo sacarlo: llamar a la inspiración. Y para ello se requiere –indispensablemente– de suministrar altas dosis de confianza al músico a la vez que desafiarlo.
Una clave del éxito podría estar en las palabras del propio Rubin: “La mayoría de los artistas sólo escuchan su propio instrumento. No todos, por supuesto. Tom Petty es un buen ejemplo de alguien que no lo hace. Él realmente es un artesano del registro de cada parte. Él escucha todo”.Otra de las características que lo hacen tan versátil a la hora de producir música está dado en el hecho de que Rubin no se ciñe a un solo estilo musical, si bien proviene del hard rock, el rap y el heavy metal. Es más, fue quien “inventó” la mezcla del rap con el hard al convencer a Run DMC y Aerosmith a que grabaran juntos el inolvidable “Walk This Way”, tema que sería el puntapié inicial a un sinfín de mezclas similares y derivaría en un estilo musical nuevo: el rap metal.
La meteórica carrera de este genio de la mesa de mezclas comenzó a los 20 años cuando co fundó el sello Def Jam en Nueva York, con el objetivo de darle apoyo discográfico al emergente movimiento rapero de la ciudad estadounidense.
A los 23 años sacó a la calle el primer disco de la banda de la cual era el DJ: “Licensed to Ill” de los Beastie Boys. Y a partir de ahí, nunca jamás frenó.
Otra de las fundamentales cualidades del barbado hombrón es su gran capacidad para resucitar artistas acabados o reinventar proyectos que no funcionaron.
Al irse de Def Jam y fundar American Recordings en California, Rubin se embarcó en el titánico proyecto de “recuperar” a un Johnny Cash que iba destinado al bronce pero que estaba en la ruina. Le produjo la serie de discos del mismo nombre de la compañía, una especie de mega De Ushuaia a la Quiaca pero en EEUU, que le hizo recuperar el nombre al cantautor a la vez que vender por primera vez en su carrera más de un millón de copias.
Entre medio, Rick tuvo tiempo de darles el perfil definitivo a los Red Hot Chili Peppers en “Blood Sugar Sex Magic”, producir uno de los 10 mejores discos de metal con el “Reign in blood” de Slayer, acelerándolos a 250 beats por minuto, colaborar en la gestación del Nü Metal, hacer sonar como nunca a AC/DC y obtener la confianza de Mick Jagger, antes de introducir a Shakira (si, a la colombiana) en el mercado anglosajón en el 2005 con Fijación Oral Vol1 y Oral Fixation Vol2.
Sobre este trabajo doble, dijo Rubin: “El álbum contiene excelentes melodías, buenas letras, y una sensacional voz, los tres pilares fundamentales para crear un disco fantástico, sin duda, uno de los mejores de mis álbumes”. De todas formas ¿qué va a decir?
En una reciente entrevista con The New York Times, el productor más influyente de la actualidad, “pronosticó” la desaparición de la era iPod y el surgimiento de una nueva forma de adquirir y escuchar discos: “pagas, digamos, 19.95 dólares al mes y la música irá a cualquier lugar donde quieras. En este nuevo mundo, habrá una librería virtual que será accesible desde tu coche, desde tu teléfono móvil, desde tu ordenador, desde tu televisor. Donde sea. El iPod quedará obsoleto, pero habrá un accesorio similar al walkman que podrás conectar a tus parlantes.”
Sobre la reticencia de las empresas discográficas a vender de esta forma, ejemplificó: “o todas las compañías se juntan o la industria caerá, alguien como Microsoft va a venir y las va comprar y hará lo que debe hacerse.”