viernes, 4 de marzo de 2011

Estado de conciencia

La World Wildlife Found (WWF), o en castellano, Fundación Vida Silvestre Mundial, realiza campañas publicitarias para crear conciencia en la defensa de nuestra casa: la Tierra.
La degradación del planeta es evidente y desde la fundación ven que poco se logra por torcer el voraz hábito destructivo que resulta del sistema productivo en el que estamos inmersos, a nivel micro, macro y panorámico mundiall.
La WWF intenta que las personas a las que les llegue su mensaje se planteen difundir las actividades para revertir ese estado de tendencia autodestructiva existente.
“Estamos en emergencia, no hay tiempo para nimiedades”, dicen, con enjundia. Y los avisos que realizan, son inteligentemente divertidos.

Más allá de la WWF, Greenpeace, Alihuén, Vidanimal, APANI, y la exótica situación de la NASA sacando cuentas sobre los incendios en Rusia, el año pasado; habría que mirarse para adentro y pensar qué hacer.

2 comentarios:

Anónimo dijo...

APRETÁ EL POMO, QUE ESTAMOS EN CARNAVAL...
Si te digo carnaval, apretá el pomo. Me suena todavía ese viejo dicho que significaba más o menos como tener la posta, quería decir que si te lo dice fulano de tal, no había modo de equivocarse, que eso efectivamente iba a suceder.

Pero el pomo era sinónimo de carnaval, antipático, por más que le dieran forma de botella, de juguete, de lo que fuera. El juego del carnaval era intercambio de agua, ni más ni menos, pero era intercambio rápido y efectivo, como si se tratara de un fenómeno bélico. Y en ese terreno, el pomo era lo menos efectivo, servía sólo para disparar agua a no más de dos metros de distancia, rogando que nuestro adversario de enfrente no se moviera un centímetro. Después correr de nuevo a la canilla más cercana, hacer la cola correspondiente entre otros propietarios de pomos, llenar nuestro envase y correr a tirar el agua, siempre con el corazón en la boca (es una exageración) para que nos tocara un contrincante fácil, de poco movimiento y dispuesto a que lo mojen.

En realidad el pomo era un recurso barato, valía menos que una bolsa de globitos de agua, ideal para familias que no tenían plata para tirarla en una tarde de carnaval. El pomo, que no era otra cosa que una especie de botella plástica, tenía esa virtud de ser reciclable y permitía llenar, vaciar, volver a llenar, aunque de tantas apretadas quedaba maltrecho y eso lo hacía inutilizable. Con suerte servía de un carnaval para otro.

Con el decreto de la presidenta Cristina Fernández, hubo una especie de renacer del carnaval, al menos desde lo comercial, porque aunque no pude ver los viejos pomos, sí se pueden conseguir una larga lista de elementos propios de este festejo.

Hay espuma por todos lados, esa misma que en otros tiempos era inaccesible, caretas para los corsos y los tradicionales globos de agua que no se terminan jamás.

Claro que al festejo del carnaval se lo hace realidad como uno quiere, en otros tiempos con un balde con agua alcanzaba y si el lugar lo permitía un poco de harina y barro para enfrentar al adversario. Así se hace en el norte, en La Rioja, Catamarca, Jujuy, Salta, Santiago del Estero. Los festejos son así, hay que tener esa predisposición mínima para no enojarse, porque en esos días de festejo no alcanza con la clásica frase "yo no juego".

Se moja a todo el mundo y en las fiestas en ámbitos más reducidos se enharina a todo el mundo.

En realidad no sé cómo definir a los contrincantes en el carnaval. No sé si son adversarios o enemigos, porque participan del mismo juego y a veces de nuestro lado. Es un juego donde mojar y ensuciar al que está enfrente es el objetivo.

Claro, muchas veces nos encontramos conque al que está enfrente no le gustó nada que lo sumáramos al carnaval y nos mandó al diablo.

Uno de mis primos más corajudos de la infancia no preguntaba quién jugaba y quien no, se limitaba a mojar al que pasaba por su vereda, todo con el consiguiente escándalo para sus padres. Y cuando se animaba a más, llenaba los globos con témpera o con pimentón.

En fin, me gusta que vuelva el carnaval, me gusta que sea el tiempo de festejo y me gustaría que las tradiciones de otros puntos del país se pudieran vivir por acá con la misma intensidad.

En Cosquín vi este verano una comparsa de Salta, de Orán para ser más precisos, donde con vistosos plumajes se presentaron en la calle para cantar las canciones que los identifican. Una pequeña multitud se concentró alrededor de ellos para aplaudirlos. Eso sí, cuando pasaron la gorra apenas quedamos cuatro o cinco.

Es el nuevo carnaval, ahora sin pomo, pero con feriados.

Anónimo dijo...

deberíamos imitar al carnaval del norte que en la semana que va desde que desentierran al diablo y lo entierran nuevamente,todo está permitido,no hay bloqueos morales y ..a coger se ha dicho!!

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