miércoles, 18 de agosto de 2010

Resonado

No es nada que los profesionales en la materia te hagan esperar todo lo que se les cante las pelotas, como si el tiempo de ellos valiera un toco y el tuyo nada de nada. Después de todo, ya es una característica, cuando no una tradición de las empresas que prestan "servicios de salud" y sus referentes. (Lo que no se entiende, eso sí, es porqué si te dan un turno a las 18.15 horas te reclaman que te presentes a las 17.50: ¿?).
Ni siquiera importa tanto que el propio estudio estimule las peores dudas de la humanidad, porque ese tubo en el que te apoltronan y te piden que te quedes quieto como un potus parece que es capaz de llevarte a otra era, otra dimensión, otro tiempo o qué se yo... Pero no es culpa de ellos, después de todo.
Ni siquiera es imposible de tragar el estado en que salen algunos pacientes, sometidos a lo que ellos mismos definen como una puesta en el horno; algún otro con resabios de la anestesia; alguien más padeciendo las consecuencias de su claustrofobia...
Todo eso sería posible de aguantar.
En cambio ya da bronca que ingrese una señora y pida turno y le digan que tienen para dentro de 48 horas, pero comprobado que es afiliada al PAMI la pateen como si fuera una bolsa de basura: "ah, no, entonces no... recién va a poder ser el 9 de setiembre"... ¡Dentro de 20 días! Es decir: el "premio" / "homenaje" / "privilegio" por ser jubilada, adulta mayor, es demorarle los exámenes...
Pero lo que es directamente inaceptable es que cuando te vas a hacer un estudio médico -en este caso, una resonancia magnética- ya ni siquiera se conformen con poner las peores revistas del mundo en la sala de espera, esas publicaciones vacías, conservadoras, inmundas, que te dan ganas de patear el teléfono de la secretaria y revolverle los papeles como si repentinamente nos convirtiéramos en Violencia Rivas...
No, parece que no alcanza ahora con esa tortura, porque deben haber comprobado finalmente que la gente más o menos sensata ya ni manotea las revistas de porquería que les sirven para darle vuelta la cabeza...
Ahora sumaron un modo más de tormento a la espera del paciente: el televisor prendido, encima con evidentes problemas de nitidez en la imagen y claridad en el sonido (aunque no en el volumen, estertóreo, salvaje). Y escupiendo -hete aquí lo peor de todo- las barrabasadas de la cohorte de Viviana Canosa, que ni con su escotado vestidito de colores es capaz de sumarle un poco de encanto a la tarde, porque gritan pajereadas, desfilan personajones de la categoría de Graciela Alfano, la Mole Moli y -desde ya- el chocolatero explotador Ricardo Fort.
Así, sometidos a ese escuadrón de pelotudos insoportables, uno tiene que esperar durante casi dos horas que finalmente llegue el momento del mentado estudio.
Y claro... después de semejante dosis de estupidismo extremo, hasta es probable que cualquier análisis que nos hagan del cuerpo, de la mente o incluso del alma, nos dé como el orto.
RSM

1 comentario:

Anónimo dijo...

anda al lucio molas a ver si te va mejor estupido

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