
Dejo mi punto acá, que es donde empezó todo, obviando las chicanitas de Olmos, que me avisa que tiene un amigo embajador. A ver si se entiende: como hincha y socio del Club Atlético Santa Rosa me encantaría poder armar un buen argumento legal que funcione en el derecho argentino para relevar al club de las obligaciones y pasivos generados por la nefasta actuación de la dirigencia que fue condenada por administración fraudulenta. Tristemente, incómodamente, no lo tengo. En la vida en general, en el derecho en particular, uno no puede tener siempre lo que quiere. La equivalencia no sería exacta, pero algo parecido (me) ocurre con las obligaciones de la deuda nacional. No hay ningún argumento legal que nos funcione en las particulares condiciones de nuestro caso: algo que una nación soberana pueda presentar, luego de 27 años de democracia, para decir que ahora va a repudiar la deuda que durante todo este tiempo reconoció, contrayó y fue cancelando a lo largo de siete gobiernos legítimos, negociando quitas en capital e intereses. Esto implica el decaimiento a alegar una causal de nulidad, dado que el país, al pagar o renegociar sin formular reservas, se ha comportado de tal manera que debe considerarse que ha dado su aquiescencia a la validez de las obligaciones, cuestión que aparece resuelta por la práctica internacional (ver, p.ej., Art. 45 inc. b de la Convención de Viena sobre Derecho de los Tratados). Desde el punto de vista del derecho interno, como república nos obligan actos continuos de gobiernos indiscutiblemente democráticos, revalidados a través de negociaciones y pagos que el Ejecutivo ha cumplido como representante de las relaciones exteriores, que trece composiciones distintas del Congreso han venido avalando año a año al votar el presupuesto y aprobar las cuentas de inversión de la Administración Nacional, que incluían las correspondientes previsiones para los servicios de la deuda pública. En una entrevista que me hicieron en la radio de las madres aclaré que la auditoría era posible, pero decir que la auditoría nos permitirá luego la justificación del no pago, o que toda la deuda es nula por el fallo de un juez que no tenía jurisdicción, es vender espejitos de colores.
3 comentarios:
La correspondencia entre dos categorías lógicas abstractas como lo son la "legitimidad", con la "legalidad", y viceversa, no admite discución. Por lo menos desde el mayor de los estadíos del pensamiento evolutivo (conocido como razonamiento hipotético deductivo o científico), que lamentablemente no todos los integrantes de la especie humana alcanzamos a lograr. Dado que el mismo es sólo consecuencia del cúmulo de capital adquirido, la instrucción y la educación formal recibida (como bien lo definiera la investigación realizada por el constructivista Lev Vigostky). Es decir, que todo lo legítimo es legal, y que todo lo que - siendo legal- es ilegítimo, debe necesariamente , modificarse, transforarse o derogarse.
A raíz de la discución sobre la legitimidad de la deuda, resulta lamentable darse cuenta de que abogados como el Dr. Arballo, parece ser la reminiscencia de los antiguos sofistas que tanto combatió Sócrates -el salvador de la cultura occidental- que adecuaban la verdad a las conveniencia personales o de clientes. Incurriendo en el absurdo de ignorar que la verdad siempre es una e inmutable, y que como dice un refrán español ya añejo: "Nunca es triste, lo que no tiene es remedio".
Querer rebatir la correspondencia antes citada con un argumento tan poco sólido como el fallo que perjudicó al Club Atlético Santa Rosa, es ignorar justamente esa posibilidad que tiene la justicia de ser miodificada, tranformada, mejorada cuando es víctima de la falta de legitimidad.
Es lamentable también que el Dr. Arballo modifique sutil (pero esencialmente) su discurso prevalente en su primera exposición, cuando afirmó la imposibilidad del NO PAGO de la deuda, desdiciendose en la contestación a la respuesta de Olmos, argumentándole que el nunca dijo que la deuda no podía ser auditada.
Dos puntos cabría referir a esto: Si la deuda se audita es, cuanto menos, porque su legitimidad -y su correlato objetivo- su legalidad es dudosa. Además de existir precedentes como el de la República de Ecuador, que en unacto de estricta justicia, pagó sólo un tercio de lo que "le correspondía".
Acerca del periodismo, resulta espasmódico el contraste entre los periodistas que ennoblecen la profesión empeñando sus manos, pero no su honor, y aquellos que con fines espurios se olvidan de representar los intereses más sentidos por las mayorías e intentan hacernos creer que la verdad no es la verdad.
Algunos porque desde bisoños profesionales, se proyectan quizás al futuro como empresarios de la comunicación. Otros porque incurren en el error conceptual de querer desplazar de su sitial a algunos de los otros tres poderes, desnaturalizando de esta manera la profesión. Y otros porque ponen todos sus mas refinados reflejos al servicio del manoteo de algún billete volador que se le otorgase en pago por los servicios prestados.
Según mi humilde entender, el verdadero periodismo es aquel que es crítico transformador, liberador que ayuda a quienes sirve a ser autónomos y responsables, y a tomar las riendas de su propia vida. De ninguna manera, debe propugnar por el sometimiento como respuesta.
El Negro Castillo
El tema es complejísimo. Los abogados existimos porque el derecho no es una ciencia exacta. Todos los días discutimos los colegas, de buena fe, creyendo que nuestra posición en juicio es la correcta y la del oponente la equivocada. Y según fallen los jueces diremos que se hizo justicia o que la sentencia es un mamarracho.
De allí que no hay posición jurídica en este tema que pueda considerarse sobradamente ganadora.
Lo cierto es que el deseo -el mío y creo que el de todos- sería no pagar. Las cuestiones son:
1. ¿Es un tema judiciable o político?
2. Si es judiciable, ¿Argentina declararía que no paga y espera los juicios?
3. La novación, aunque la deuda originaria sea ilegítima -gran parte lo es, sin duda-, no es tan fácil de desestimar como entiende Olmos. Cualquier acreedor esgrimiría con naturalidad los compromisos firmados desde 1983 hasta acá por gobiernos democráticos. Y no será fácil hallar jueces que digan que eso no validó la deuda para los acreedores.
4. ¿Estamos en posición de fuerza para resistir todas represalia externa por el no pago?
5. Y si así fuera ¿el pueblo argentino se encolumnaría con el gobierno -el que fuere- haciendo "la pata ancha" para no pagar?
Viendo a los que aplaudieron a Menem, a los que repiten los discursos de los pseudoeconomistas liberales, a los que festejan al campo, a los que se engripan cuando alguien estornuda en USA, a los que critican toda medida que se adopte -aún tibiamente- en defensa de los intereses nacionales, dudo mucho que exista voluntad mayoritaria de no pagar y menos de sostener con todo esa posición. Ni hablar si TN y Clarín dicen que hay que pagar, porque entonces el coro de ovejas lo repetiría como hace ahora.
Son todos elementos de análisis, pero desde ya sostengo que el simple deseo, el voluntarismo, no pueden cambiar las férreas realidades.
Anticipo que si Argentina toma la decisión de no pagar la sostendré con alma y vida.
Pero tampoco soy lírico de los que siempre piensan en lo ideal y viven renegando de los que hacen lo posible.
En definitiva, se debe hacer lo que se pueda porque muchas veces es imposible hacer lo que se quiere.
Que distinto es todo si se vive fuera de La Pampa, y calculo que los que viven fuera y lean esto (incluso los que estamos muy, pero muy lejos), tal vez, sólo tal vez, piensen lo mismo. Cuanta palabra, vocabulario jurídico, técnico, construcción de pensamientos lógicos en base a proposiciones, un montón de libros de por medio que crean un vocabulario sobre el teclado de una compu exquisito y lo digo de verdad.
Pero me dan ganas de una pregunta, si vos llegás a una señal de Stop cuando vas manejando en La Pampa ¿Parás? Yo acá sí, por más que no venga nadie... imaginate el nivel de educación que no sólo hay, sino que te inculcan. Y no es que donde esté sea más o menos respecto a aquello. Sino que es diferente. Tal vez es el momento que la tierra que me parió sea diferente, sin tanto... concepto de por medio digamos, un poco más de sentido común nomás. La guita bien orientada por la Provincia y la iniciativa privada. El resto será si querés ser más protagonista siendo periodista, dirigiendo un medio de comunicación, político, opinador social, cultural, empresario, o participante de Gran Hermano... pero por lo menos educación y sobre todo sentido común. Mucho sentido común...
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