Arde la ciudad: postales del Molino Werner

Ardió el Molino Werner. Y una buena porción de Santa Rosa asistió a un espectáculo que primero fue de color naranja y luego trocó por el gris humo.
No hubo grandes pérdidas, según dicen los que saben, aunque por momentos primó la teoría conspirativa y algunos seudoinvestigadores vieron una mano negra: apuntaron a supuestos empleados municipales enojosos.
No se sabe qué ocurrió realmente, ni porqué comenzó el fuego, pero el Molino Werner fue la noticia del martes santarroseño.
Habrán leído en los sitios de noticias que fue un incendio "voraz" (siempre se usa esa palabra en estos casos) o que se trató de un show "dantesco" (otro término que no puede faltar). También habrán visto mucho fuego elevándose.
Aquí, algunas postales de lo que fue quedando. Quedaron a salvo las dependencias municipales y las motos secuestradas. También las instalaciones que más le gustan al área Cultural.
Lo que se quemó estaba inutilizado y derruído, pero no tanto como ahora: los pisos de parquet, las estructuras de pinotea, quedaron hechas cenizas.
Por el lugar anduvieron no sólo policías con cara de preocupados y autoridades de la fuerza de seguridad, no sólo curiosos que nunca faltan, no sólo bomberos inquietos o personal de Defensa Civil tratando de colaborar, no sólo periodistas satisfechos de tener al fin una noticia en medio de la mortadela informativa que es enero, sino también -por ejemplo- autoridades de la Caja de Previsión Profesional, que tiene intereses en el asunto y funcionarios como el Ruso Di Nápoli asomándose a ver si había ocurrido algo peor.
Pasó eso, nomás: ni más ni menos. Todos los fuegos el fuego y la ciudad que ardió, por un rato, en un rincón.