martes, 12 de abril de 2011

Soy soviético, como vos


Yuri Gagarin fue el primer ser humano en ver con sus propios ojos el planeta Tierra desde el espacio. El astronauta se convertía el 12 de abril de 1961 en una leyenda. Sus 108 minutos de vuelo marcaron un hito en la historia y además fue una victoria para la Unión Soviética en plena Guerra Fría.El viaje de Gagarin a bordo de la Vostok 1 era un gran secreto de Estado. La URSS ya había ganado la primera batalla en la carrera espacial cuando los estadounidenses se quedaron boquiabiertos al escuchar el primer “bip-bip” que transmitió en 1957 el Sputnik, el primer satélite artificial de la historia, que fue lanzado al espacio por los rusos.
Cuatro años después los soviéticos volvían a adelantarse. ¡Y de que manera!.
La carrera espacial enfrentó durante décadas a los Estados Unidos y a la URSS.
Tan secreta era esta misión, que el despegue de la Vostok no fue grabado. Las famosas imágenes documentales que existen del viaje de Gagarin fueron reproducidas paso a paso después, en una visita en la que se repitió todo lo que hizo el día del histórico viaje.
El día del verdadero hito, Gagarin había descansado por la noche y estaba tranquilo, dicen las crónicas. Desayunó dos tubos de 160 gramos, uno de carne y otro de salsa de chocolate. Vestido con el traje naranja y un casco con cuatro letras en rojo, CCCP (URSS), partía hacia la rampa de lanzamiento en un colectivo.

En ese trayecto paró el micro que lo llevaba para “hacer aguas” en una de sus ruedas. Esta anécdota se convirtió en un ritual que hasta hoy cumple rigurosamente todo aquel que sale de la base Baikonur rumbo al espacio.
Sobre la Rampa Nº1 se alzaba el cohete “8K72K” con la nave Vostok, una pequeña esfera en la que deberá pasar tendido unas cuatro horas. En vistas de la posterior carrera espacial, un cacharro.
Durante las dos horas que dura la carga de combustible y las últimas pruebas de los equipos, Gagarin se dedicó a cantar y silbar todo el repertorio de canciones que conocía. La misión era casi imposible: nadie, a ciencia cierta, creía que el hombre de 27 años saldría con vida.
“Lo importante es que haya salchichón para acompañar el vodka”, bromeó Gagarin poco antes de despegar.
La entereza del piloto fue tal que hasta tuvo tiempo de reírse de los nerviosos técnicos que le acompañaron hasta el interior de la Vostok cuando, debido a una falla de hermeticidad, tuvieron que sacar y volver a poner los 32 tornillos que sellaban la escotilla.
Por fin a las 09:57 hora de Moscú los propulsores de la nave se pusieron en marcha. Un violento tirón empujó a Yuri Gagarin contra su butaca y es allí cuando exclamó su famoso: “¡Poyéjali!”, “Allá vamos”.
Dos minutos después se separaron los cuatro propulsores externos formando una cruz en el cielo y medio minuto más tarde el aire se volvió tan tenue que la cofia protectora dejó de ser necesaria y Gagarin pudo al fin contemplar el exterior.
A medida que ascendía, la curva del horizonte terrestre se hacía más y más evidente sobre el fondo de un cielo negro.
Los sensores médicos conectados a su cuerpo no presentaban ninguna anomalía significativa. Su voz confirmaba que se sentía bien y muy contento.
Once minutos después del despegue se apagó el motor RD-0109 de la tercera etapa y la Vostok 1 se separó del cohete.
Ya no necesitaba propulsión, la nave se desplazaba a 28.000 kilómetros por hora, la “primera velocidad cósmica”.
“Veo la superficie terrestre a través de la ventanilla. El cielo es negro. Y rodeando la Tierra, rodeando el horizonte hay una aureola azul muy bonita que se oscurece a medida que se aleja de la superficie. ¡Qué hermosa es!”, exclamó.
De hecho, tras su experiencia en el espacio, el astronauta comenzó una campaña para proteger el planeta. “Dando vueltas a la Tierra en mi nave espacial orbital me maravillé de la belleza de nuestro planeta. Pueblos del mundo, protejamos y aumentemos esa belleza, no la destruyamos”, declaró Gagarin a los medios.
Otra de las frases de leyenda que se le atribuyen a Gagarín estando en órbita es: “aquí no veo ningún Dios”, pero no hay grabación que lo demuestre. Lo que sí afirmó Nikita Krushchev, dirigente de la URSS cuando se consumó la hazaña, fue “Gagarin estuvo en el espacio, pero no vio a ningún Dios allí”.
Un cuarto de hora después del despegue empezó a oscurecer rápidamente. Y un veloz día y noche prepó la vuelta.
Multitudes de soviéticos se lanzaron a las calles para celebrar la mayor conquista en la historia de su país.
Pero Gagarin aterrizó con su mameluco naranja en paracaídas por Siberia, en medio del campo, donde no habían llegado las noticias de su hazaña. Una campesina se asustó al verlo. “¡No tengas miedo! ¡Soy soviético, como vos!”.

(first orbit)

1 comentario:

Unknown dijo...

La película se pude ver desde nuestra página o pinchando el enlace al final de la nota, de donde también se puede bajar. Fue estrenada hoy.

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