domingo, 6 de febrero de 2011

Soledad

Quiero decir muchas cosas y quiero empezar por una que es la primera: no me gusta estar solo. No me gusta, es detestable, me siento extraño, incómodo. Si mi novia se va del departamento me pongo nervioso. Prendo la televisión y trazo un diagrama de pensamientos que me asustan. Intento calmar el ansia que motoriza la soledad en mi persona e indefectiblemente vuelvo a la sensación de sentirme aislado del mundo real, al aire viviente que me rodea. Pero no soy un loquito que divaga y arruina horas quemando puchos en el cenicero embotado viendo pantallas de computadoras y televisores idiotas. Soy perseguido activo: voy, corro, pedaleo y vengo. ¿Tendré que ir al psiquiatra? No creo, no creo.
Quiero decir muchas cosas y quiero platicar en la segunda: la soledad como palabra nos dice mucho más que lugar desierto, o tierra no habitada. Puede ser tonada andaluza melancólica y ser un resquicio donde hallar temores familiares con carencia voluntaria o involuntaria de compañía. Todo en soledad me da tristeza, desasosiego. El estado de ánimo es parecido a una mezcla de fatiga pegajosa con aburrimiento. Es triste decirlo pero es la realidad de uno. Para escabullirme de las curvas descendentes hace falta equilibrar la psique. No cualquier looping pedorro acomoda tamaña depresión en esta bajada de nubes absorbentes. Se ajusta la fibra de los alerones. Después ver si planea. Suena el teléfono en la mesa. HOLA. SI SOY YO, OSCAR. ¿A QUIEN BUSCA? ¿A QUE NUMERO LLAMÓ, SEÑORA? NO, EQUIVOCADO.
Quiero decir muchas cosas y quiero seguir con la tercera: cuando estoy solo, en la soledad más íntima, me picotean los impulsos de salir del encierro de las paredes. Me urge salir a observar cosas y palabras escritas en los paredones de esta ciudad, Atnasasor. Camino y camino. Camino y prendo cigarros bufando humo de locomotoras. Y allá, cuando seco queda el pico, buscó algún barcito para tomar un refresco sintiendo la sensación de tomar algo más que un poco de aire. La soledad vuelve su piel verdusca brillante y afloja cuestionamientos. Inmóvil, el desentumecimiento colorea brevísimas razones para afirmar que no necesito un psicólogo. Siento el cuerpo mejor, muevo las articulaciones y la cabeza busca lucidez. Es tarde. Vuelvo a casa.
Quiero decir muchas cosas y quiero hablar sobre un punto cuarto: la opacidad del departamento me pega un cross eléctrico y quedo enganchado contra las cuerdas  y en la bobería del nuevo encierro aparece lentamente una nueva depresión de soledades. Parece mentira. Es la verdad. Otro sopor, pesadez en el cuerpo, pensamientos ridículos, sumamente extraños, no prohibidos, extraños por inconexos, apabullantes enrosques que no tienen fundamento, ni hipótesis, ni eternidad. La sensación más gráfica para expresarlo es como meter un leopardo salvaje en una jaula. La pulsión es salir y salir como sea posible hecho un demonio.
Quiero decir muchas cosas y quiero evacuar dudas en un punto quinto: ¿necesito ayuda profesional? ¿Ir a un psiquiatra? ¿Una profesora de Reiki? ¿Psicólogo? Es evidente que todo esto que vengo pensando tiene un motor gasolero que tose y no para y me esta comiendo el coco. Este dúplex de mierda asfixia mis sentidos con todas y cada una de sus paredes, hasta la vista del balcón me perturba cuando duermo sobre las almohadas del inconsciente. 
 

Negro Vachino

8 comentarios:

Anónimo dijo...

Vachino, lo suyo es crónico, se desprende:
^ Rutina
^ Resignación
^ Manía depresiva.

¿Qué tal... una fémina cuarentona, para los matecitos, el café, la catrera, lectura de textos en común, la birra o el porrito, el vinito compartido?Ah...!El menú exquisito, con aderezo, es otra salida.

¿Cóoomo que es una burguesada? A nuestra edad no vamos a realizar la revolución...!!! (Y, los jóvenes de hoy, no despegan el tuje de la CPU).Hágame caso...

Pruebe con eso...
Ud. no está sólo, somos varios, solo que, en zona de quintas se hace más llevadero vió...?

Ni se le ocurra ir a un médico psiquiatra, ellos están peor que nosotros y encima UNO, se tiene que hacer cargo de ellos.Son pegagozos e insoportables.

Eso sí, no deje de escribirnos eh?

UN abrazo de Negrazón Vizcaino

Lector dijo...

No entiendo si ese comentario es un halago o una crítica.

Anónimo dijo...

Ni una cosa, ni la otra. Yo interpreto, algo así como un código de complicidad tácita, generacional. A un Pendejo del siglo XXI, hay que explicarle todo, no?.
No es su caso. Lector, bien podría considerar una nueva lectura, del texto y del comentario, seguro que lo va a entender, usted presume de sabuezo exquisito.

Lector dijo...

Disculpe Vizcaíno, quizás tenga razón; es que más que releerlo volví a tropezar con su comentario. Y no piense que presumo tanto; en realidad no presumo nada. Saludos!

Anónimo dijo...

Obviamente,no soy el sujeto en cuestión, pero infiero mucho menos, buen humor, que imaginación, en el último comentario.

Lector dijo...

Evidentemente tenemos una forma de comunicarnos distinta, pues me volvió a pasar lo mismo con éste que con su disquisición anterior. Dejemos, mejor, de molestar a los otros lectores. Por mi parte me retiro. Saludos Vachino, lo suyo es muy digno.

Anónimo dijo...

Evitaremos tropiezos que lleven a lector/es, a tener que: imaginar, pensar, jugar, elucubrar,deducir,discentir etc. etc. Por suerte no era poesía, ni pintura abstracta, Es cierto: el silencio se prefiere al comentario.No molestemos más al resto...sssshhhhh!, alguien pude leer y pensar, y eso es muy peligrosísimo, sobre todo en tiempos febriles de la soja.

Falsos Escarmientos dijo...

Yo por mi parte , diria que la simple soledad , lo busca uno y hay veces que no quiere despegarse del mismo sentimiento por miedo a otros, buscamos forma y causa de como es que pasa y cual es el problema que tiene los demas que nos dejan solos,pero el que quiere estar solo es uno ... Saaludos

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