Otra vez no muy buenas noticias culturales

Hace unos catorce meses atrás se publicaba ésta nota, en la que se resaltaba la obligación de los funcionarios culturales santarroseños, especialmente los encargados del teatro Español, de optar por shows de una cierta calidad, que dejaran “algo a nivel culturoso”, según la explicación que dio la propia Secretaría de Cultura de la Municipalidad sobre el asunto.
Todo el cuento venía desde un berrinche ensayado por un “productor privado”, que casi siempre contrata a los artistas de moda en la calle Corrientes y que –en la mayoría de los casos– realizan obras acordes a la idiosincrasia de la televisión porteña: es decir de mierda. Y aspiraba a seguir haciéndolo en el mejor teatro de la ciudad. 
Lo que llamó la atención aquella vez, fue el modus elegido por el berreador sujeto: denunció en las páginas de un diario afín (a sus negocios) que el secretario de Cultura Ricardo Di Nápoli lo había “censurado” al rebotarle un pedido de sala para llevar a cabo otra de sus acostumbradas “obras”. La cara en la nota no la ponía el vivillo, sino que el matutino potencializaba la cosa como si hubiese realizado “la” investigación: toda la prueba existente eran unos mails entre el negociante privado y un funcionario de la Dirección. Impresentable y fin.

Por otra parte, desde principio de año se percibe cierta “relajación” en el quehacer cultural institucional en la ciudad. Se han señalado desde aquí algunas actitudes poco felices que ya se tomaron por costumbre en el Centro Municipal de Cultura; hacia los artistas y hacia la gente que visita el lugar: la cortesía y las buenas costumbres brillan encegueciendo de tanto pasarles el trapo, pero por su ausencia. De todas maneras hay que hacer la salvedad de que ese maltrato está arraigado en el CMC desde tiempos y funcionarios pretéritos; pero es como que ahora, con el paso de los años, se afianzó.

Yendo más arriba, las tan propagandizadas actividades a borbotones en el ex Mercado, no son tales, y por el contrario hay menos y malas; no sólo respecto a los espectáculos, si no a muestras pictóricas, charlas, talleres, etcétera. Como se dijo esa vez, hay poco.

Habrá que caminar imaginariamente dos cuadras y volver al Español. Y situarse en el 16 de octubre pasado. Ese día se presentó –en dos funciones y a sala repleta, ambas–, el espectáculo “Pour la Gallery” del ahora mediático Aníbal Pachano (foto).
En el contrato firmado por Paula Rivero (directora municipal de Cultura) y Pablo Ferrero (como programador del teatro Español) con la producción del espectáculo, se pautaba que el Estado –es decir la comuna, es decir nosotros– se quedaba con el 5 % de la recaudación, y en la segunda función se quedaba con el 0 % de lo acumulado en la caja, nada más.
A todas luces la irrisoria cifra resulta un despropósito, cuanto menos.
Pachano (o su compañía; que es lo mismo) se fue de Santa Rosa con 80.000 pesos en el bolsillo. No es muy difícil sacar la cuenta de cuánto quedó en las arcas comunales, siendo que las entradas costaban alrededor de 100 y 120 pesos: es decir se queda con chirolas.
Entre medio se da una situación poco clara (al menos para quien suscribe) sobre cuál es el rol que cumplen algunos actores de esta historia: si son parte a veces y contraparte otras, o si se entremezclan las figuras legales.

L.G.