Uno y otro, aunque "peronista" y "radical", coinciden claramente en defender los mismos intereses en el actual contexto nacional: se pararon del lado de las patronales agropecuarias, reniegan de la Ley de Medios de la democracia, forman parte del bando que lidera el Grupo Clarín, se los nota más cercanos del poder financiero que de las luchas cooperativas, estarían más cómodos en los pasillos de la Bolsa de Comercio que en el barro de los barrios.
Y han desarrollado a lo largo de sus trayectorias políticas -siempre con cargo a mano- una estrategia parecida a la de las grandes corporaciones mediáticas: Clarín y La Nación han contado "la realidad", del mismo modo que Verna, Marino y una nutrida cohorte dirigencial nos han hecho creer que
había cosas ya escritas como de por vida, casi naturales, parte de la "realidad" contra las que no se podía luchar (los poderes fácticos, el FMI, todo eso...)
Cada cual cuidando su quintita. Verna parece dispuesto, en esta hora, a sobreactuar su antikirchnerismo, soñando con recostarse en la cabeza de Eduardo Duhalde, para luchar por un país en el que los torturadores y genocidas como Videla sean "uno más" de nosotros. A esos sectores les molesta no tanto el "juicio ético" motorizado por las Madres de Plaza de Mayo, sino más bien los juicios de verdad que terminan con la impunidad.
Dice Verna, entonces, que hay "funcionarios responsables" de lo que considera un "ataque" a los "periodistas". Hay que andar poniéndole comillas a todo: los "funcionarios responsables" a los que alude Verna no son identificados por quien pronuncia esa denuncia que tan bien suena a oídos oligopólicos; los "periodistas" son en realidad algunos cronistas-estrella que han decidido victimizarse en un contexto en el que, "casualmente" (otra vez las comillas) se quiere instalar una supuesta sensación de miedo que todo lo contagia. Y el "ataque", bueno… es la palabra que se ha impuesto desde ese polo de poder que conforman grandes grupos mediáticos y empresariales, unos cuantos dirigentes políticos y otros sectores que cortan el bacalao.
Por otra parte, no estaría mal que Verna sepa que los "periodistas" no son sólo las estrellitas de TN y Clarín, sino un montonazo de trabajadores que reciben otro tipo de "ataques": desde los coletazos de la flexibilización laboral que se aprobó Banelco mediante hasta la falta de representación gremial por el abuso de patronales que ignoran los derechos elementales de los trabajadores, una práctica de la que el mejor ejemplo es justamente el Grupo Clarín.
Si a Verna y a Marino les preocupan los periodistas "atacados", pueden preguntar por ese asunto.
Es también una forma de "ataque" a los periodistas, pero más que nada a los ciudadanos, el permanente silencio sobre la cosa pública, el ocultamiento y la mentira, que han sido las prácticas de Verna a lo largo de su carrera política. Si algo ha hecho Verna durante su trayectoria es ningunear a los periodistas (no a los periodistas-estrella de Clarín, eso sí, sino a los cronistas trabajadores pampeanos).
Tan grave como eso es el papel que viene cumpliendo Marino, tan aceitoso en sus comportamientos políticos como el propio Verna: Marino suele decir algunas cosas en la provincia para hacer algunas otras en Buenos Aires. O tiene discursos armados para cada ocasión.
A veces se jacta de propiciar la participación cooperativa en la economía, incluso en la cuestión mediática, pero ahora que es la hora de la verdad Marino ha jugado muy fuertemente a favor de los grupos concentrados y tal vez como retribución a esos servicios prestados encuentra tantos minutos de televisión en TN.
En su caprichosa interpretación, Marino también cree que ahora el gobierno nacional les apunta a "los trabajadores de la libertad de expresión".
¿Quiénes son "los trabajadores de la libertad de expresión"?
Considerar que ese es el estatus de un periodista es privilegiarlo por sobre el resto de los ciudadanos. La libertad de expresión no es de un grupo de profesionales, ni de una corporación, ni de los "periodistas". Esa concepción es una barbaridad para quien se dice democrático y republicano. Y es la que puede llevar a censurar otras expresiones que no sean aquellas que impone la gran prensa.
Ocurrió, por ejemplo, con el "juicio ético" que hicieron las Madres de Plaza de Mayo, que se describió por parte de estos sectores como si fuera la Inquisición, cuando en realidad se trataba de un modo de expresión más, con el que se puede coincidir o no, pero que hay que tolerar.
Justamente eso hace Marino al interpretar una movilización popular como un "ejemplo" del supuesto abuso del ejecutivo, de su afán por imponer las cosas desde el miedo. Marino dice que la marcha motorizada por televidentes del programa oficialista 678 para reclamar la vigencia de la Ley de Medios fue consecuencia de una "tendenciosa información". Y se permite, entonces, sembrar de "dudas" aquello que se presenta desde "la espontaneidad o la auto-convocatoria".
¿Qué vendría a ser la "espontaneidad"? ¿Y por qué la "espontaneidad" sería en sí misma un mérito y por lo tanto su antónimo -digamos, lo estudiado y programado-un desmérito? ¿Cuál es el problema de que las movilizaciones populares se convoquen y se organicen? ¿Quién dijo que tienen que ser "espontáneas", o que eso las llena de pureza?
Marino desnuda en ese punto su gorilismo conservador, que nada tiene que envidarle al de Verna: prefieren, claro, la "espontaneidad" y no la organización, ni la convocatoria, ni la movilización popular, sobre todo cuando -como ocurrió al pedir por la Ley de Medios- es plural, multitudinaria y diversa. En ese terreno, ganan los que ya tienen cocinado el asunto, los que tienen su propia organización sin mucha espontaneidad.
¿Marino, por ejemplo, pensará lo mismo de las movilizaciones populares que terminaron con la intentona de un proyecto fascista en Santa Rosa: creerá que la gente en la calle y las convocatorias desde distintos espacios fueron un abuso? Otra contradicción para explicar...
J.P.G.
3 comentarios:
Mientras el mercado manda, los socios Verna y Marino no hacen más que reproducir el manual Dromi de los muchachos menemistas.
Tanto da estar de un lado como del otro, sea privado o estatal.
Ellos son pragmáticos y dejan eso de los principios y postulados ideológicos para los del café.
Apuestan sí, a la desmemoria y a que no se analicen sus "servicios a la patria" en contexto.
Quede bien en claro, que la masa popular del Peronismo de Base, no emitirá ningún Voto por Verna , ni por Marín.
Los de la foto, son IM-PRE-SEN-TA-BLES-; debiéramos regalarles un espejo, para que se miren juntos. Uno, más garquero que él otro:Fitness, Fitness, Fitness!!!. Siguen la línea De De narvaez- macri.No convencen ni a sus nietos... uno ya le pateó el ojo al barba, por mentiroso.
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