Justicia, divinidades, sueños y robos

La información ya se desperdigó por los canales habituales: la Policía, por orden judicial, decidió hoy el desalojo del Colectivo Social y Cultural 1 de Marzo. Seguramente ustedes ya leyeron esto, esto y esto, cada cual con su orientación; también habrán conocido la versión de que la represión fue en realidad un forcejeo, o un enfrentamiento. Como si fuera un mano a mano, con una pequeña diferencia entre los bandos: unos tienen uniforme, armas, presupuesto estatal, coches y gas pimienta. Los otros no (pero tenían pintura azul que manchaba uniformes y convertía los rostros de algunos policías en émulos de Drácula).
Pero bueno... el fondo de la cuestión no es novedoso. Escenas patéticas de la comunidad en la que estamos metidos, conclusiones elementales respecto de la sociedad capitalista tan occidental y cristiana en la que nos hacemos mierda unos a otros.
Libros y revistas sacados a la fuerza a la calle, tirados con desprecio, como en la dictadura.
Un Poder Judicial que se arrodilla ante todo lo que huela a dinero o poder político.
Una Policía barrabrava, plagada de resentidos, educada para demoler, acostumbrada al verticalismo irracional.
Un grupo de religiosos festejando con una cruz en la mano la decisión institucional –tan “democrática” y “republicana”– de que le regresen esa casa que estaba derruida, deshabitada, abandonada, sucia, vacía y triste. Y que de un día para el otro, con el desembarco del Colectivo, se volvió otra cosa: hubo sonidos, enseñanzas, debates, trabajos en conjunto, huerta, talleres, dudas.
Las instituciones de esta “democracia” capitalista no pueden tolerar todo eso: no quieren ideas en conjunto, no quieren horizontalidad ni autonomía, les cae mejor el gris que la policromía, prefieren las presuntas certezas absolutas –repetidas día tras día, año tras año, generación tras generación– a las dudas que encierran el “peligro” de ponerse a pensar, de encontrar desacuerdos, de acceder a las revelaciones que demuestren, finalmente, que las Verdades no son tan Verdaderas.
Los chicos del Colectivo 1 de Marzo están lejísimo de ser súper héroes; se equivocan –como todos– mucho y a cada rato; meten la pata, a veces se cierran sobre sí mismos, en ocasiones –como todos– pifian estrategias en su construcción de un mundo distinto y –como todos– se confunden. Lo que quieran. Pero nadie podrá decir que no son honestos, que no tienen amor y pasión por lo que hacen, ni que no son soñadores.
Con eso alcanza para ser mucho más humanos que cualquier institución de morondanga que tenga sellos y papeles. Si la humanidad un día se salva va a ser por alguna de esas cosas –la honestidad, el amor, la pasión, los sueños– y no por la torpeza de policías que no saben lo que hacen, ni por la corrección de los señores jueces, ni por el formalismo de los oficiales de justicia, ni por la indiferencia de los vecinos cagones, ni por el fanatismo religioso que promete un mundo mejor en el más allá mientras más acá respaldan los palazos y el silencio forzado.
El asunto es que hay una cuestión de fondo: la Justicia que reina es la que corresponde a este sistema de mierda, en el que reinan la desigualdad y el poderoso caballero don dinero determina que ante la ley somos todos iguales, pero algunos más iguales que otros.
La verdad... esa propiedad inmueble, que tanto les importa a los que creen en divinidades, se la pueden meter en el culo. Seguro que los mismos pibes que fueron corridos de allí, más entusiastas que antes, recogiendo más y mejores solidaridades, van a hacer lo mismo en otro lado.
Paradojas de este mundo: hay 5 integrantes del Colectivo procesados por usurpación. Cuando desde hace rato todos sabemos, porque hace tiempo lo enseñó Prudhon, que la verdadera usurpación, el robo verdadero, es la mismísima propiedad.

J.P.G.