e.f.
viernes, 23 de abril de 2010
Tokio sonata
Un hombre trajeado está siendo despedido porque ha hecho con eficiencia su trabajo, “¿qué otra cosa le puede aportar ahora usted a la empresa?”, le pregunta su verdugo también trajeado. El chiste, claro, no tiene ninguna gracia. Este es el tono que casi imperceptiblemente irá adquiriendo la película. La segunda escena es aún mas reveladora: el maestro de clases sorprende a uno de sus alumnos pasando una colección de Manga y lo pone en penitencia, el alumno dice, delante de todo el curso que el no es culpable, que no era suyo y no se merece la penitencia, pero el docente hace caso omiso, a lo que el alumno reacciona comentando delante de todos que él mismo lo ha visto hojeando Manga porno en el tren y le cita el título de la revista. Acto seguido todos los alumnos se ríen del maestro, le han perdido el respeto. En el recreo el alumno sale en busca del docente para disculparse, “no me imagine que todos actuarían de ese modo”, se retracta, mientras el docente corrige unas pruebas casi indiferente a semejante acto, le contesta que no tienen porque llevarse bien, que ya falta poco para que finalicen las clases. Pero la escena un tanto improbable en la “vida real” nos esta indicando que está todo podrido, que al docente le interesa un bledo la educación, que solo cumple con su horario y los objetivos curriculares. No quiere problemas, ni quiere involucrarse, solo hace su “trabajo”. La película seguirá este derrotero hasta alcanzar un pico crítico que se resolverá en una de las escenas de piano más emotivas jamás filmadas. Mientras tanto asistiremos a un Japón donde el neoliberalismo ha hecho estragos con los empleados de cuarenta y cincuenta que quedan en la calle, nos ilustrará acerca de las endebles estructuras en las que se asienta la autoridad, en este caso, paterna; y hacia dónde conduce la mentalidad marketinera impulsada por las universidades privadas y su influencia moral negativa sobre los jóvenes. Todo filmado sobre un paño realista levemente melancólico, mediante la utilización de la luz (en semejante oscuridad) muchas escenas cerrarán en tomas panorámicas a la hora de la tarde en la que se proyectan las largas y gigantes formas de los edificios sobre veredas y calles; o encuentros casuales en callecitas asfaltadas del Tokio suburbano levemente montañoso e intrincado. A medida que la película crece la tragedia adquiere también visos de comedia y ya con el afecto creciente que despiertan sus personajes, lograremos soltar las primeras sonrisas. Tokio Sonata fue dirigida por Kiyoshi Kurosawa, quien no guarda ningún parentesco con el legendario Akira Kurosawa de los 7 Samurais.
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4 comentarios:
¡Qué pelotudez! No hicieron ningún comentario sobre "Sicko" la película que proyectó canal 7 el viernes a la noche. La vieron 35 millones de argentinos por tlevisión libre y abierta...? Sabido es que trata sobre el grave problema del Seguro de Salud en EE.UU. la película más polémica de denuncia de Moore y posiblemente la más vista, donde queda expuesto la falsía del way of live (o life?)american... la caída estrepitosa de los imperios capitalistas.Déjense de joder con los "ponjas" occidentalizados!!!
Moore no deja de ser un yanui panfletario que juega dentro del sistema capitalista. Pero fuera de EEUU también existe la vida, el cine, la comida sana, etc.
Estimado anónimo el documental de Moore ha sido todo un hito en la historia norteamericana, impulsando el cambio en la ley.
“los sistemas simbólicos son productos sociales que producen el mundo,
que no se contentan con reflejar las relaciones sociales sino que
también contribuyen a construirlas”, por ende “debemos admitir entonces
que es posible, dentro de ciertos límites, transformar el mundo
transformando su representación”[1].
Pierre Bourdieu
Siguiendo esta premisa, se podría pensar que a largo plazo el impacto sobre nuestra conciencia, de películas como Tokio Sonata, podría ser igualmente revolucionario.
Saludos.
P/D Lector: Efectivamente la comida es un tema importante en la película (como en la vida)
Sólo que en la película de Moore, los pacientes terminan atendios en la Habana, Cuba(...)!!!
¿Cuánto le falta al sistema de Salud norteamericano, para transformar su representación?
Hasta ahora la medicina privada y los sistemas de prepagas son una estafa.
Satisfacer las necesidades alimentarias en la posmodernidad es tan importante,como en el paleolítico, pero antes, comían todos por igual... me parece...No?
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