Más allá de la coyuntura, el proceso deja algunas puntas para el análisis que, por un lado, muestran la debilidad del gobernador y su entorno y por otro ratifican que los trabajadores organizados pueden torcer el brazo del poder político si actúan con coherencia y perseverancia, aunque también son un alerta estas nuevas grietas que aparecen.
Las medidas de protesta desgastaron al gobierno hasta límites innecesarios, como consecuencia de la que ha sido una de sus
características desde el inicio de la gestión: la extrema lentitud, cuando no la pereza, en la toma de decisiones y la solución de los problemas que se le presentan.
Los trabajadores de Salud salieron a la calle, recorrieron los caminos institucionales, se cobijaron en ATE ante los desplantes de UPCN (una actitud que traerá aparejados costos políticos para su conducción, liderada por el ex diputado oficialista Jorge Lezcano), se hicieron visibles no sólo mediáticamente sino en el día a día...
Y lograron parte de lo que pedían, en una situación compleja en la que también los pacientes empezaban a mirar de reojo a profesionales y trabajadores del sector.
Más aún: tuvo que apartar de las negociaciones con sutileza -o no tanto- a su "pollo" el ministro de Salud Luis Ordóñez.
El conflicto, puntual y concreto, quedó zanjado.
Pero así como el movimiento de los trabajadores salió fortalecido desde el punto de vista fáctico y también anímico y mirando hacia el futuro, también es verdad que el jefe del ejecutivo quedó debilitado y que -aunque es desde hace tiempo un rasgo distintivo de esta gestión- es probable que este episodio haya terminado de demostrar palmariamente la falta de autoridad de un gobernador que, la verdad, es tironeado desde todos lados, pero que al mismo tiempo se deja tironear tanto por todos que se paraliza.
1 comentario:
¡Qué grande Néstor!
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