domingo, 18 de abril de 2010

Sabiduría garantizada

Desde la época de la Facultad que vengo asistiendo invariablemente al debate acerca de las virtudes y defectos del New Age. Y antes que una filosofía para “comprender” el mundo, o mejor dicho el entretejido de racionalidades que lo conforman, el New Age se parece mas bien a un conjunto de conocimientos rudimentarios heterodoxos y orientaloides con cierto valor actitudinal, que en algunos casos logra domesticar a la bestia, esa hecha de deseos y pasiones que en su defecto se vuelve neurosis y obsesiones. Como una buena receta para templar el alma sin endurecer tanto al corazón, desapasiona como ciertas drogas, aunque no elimina el afán egoísta de la vehemencia conversora por la conquista, ni filtra peligrosísimos prejuicios que conducen a la misantropía disfrazada de amor al prójimo como servidumbre, proponiendo premisas taxativas para la convivencia, propias de la visión hobbesiana del mundo: “somos malos y el Estado debe someternos”. Aquí el Estado no es otra cosa que la recetita simplificadora del piolismo New Age. Al tiempo que salva, cosifica y todo lo tiñe bajo un manto falsamente bucólico, antierótico y terapeutizador.
El gran problema del New Age no son sus detractores, sino sus promotores (predican incluso con el ejemplo). Muy especialmente cuando intentan dar ese paso que separa la vida monástica/doméstica hacia la pública y transparente calle de la filosofía. Ahí es donde comienza a hacer agua, al querer explicarnos lo todo bajo el nuevo signo reduccionista, pretencioso y banal al mismo tiempo en su faz didáctica.
En la dirección opuesta trabaja esta notable directora alemana, que con el humor, la liviandad y la profundidad de los grandes clásicos, retrata el encuentro con este universo. Dos hermanos emprenden un viaje iniciático a Tokio, donde asistirán a un curso de meditación en un templo zen. Antes vivirán diversas peripecias y finalmente encontraran algún tipo de sosiego, como en la vida misma. La cámara oscila entre el realismo casi documental y el hiperrealismo de una camcorder automática que lleva Uwe, a manera de diario de viaje digital. Dörrie, nacida en 1955, es la única directora alemana con éxito ininterrumpido en los últimos 20 años, nos ilustra Wikipedia.


e.f.

2 comentarios:

Lector dijo...

Me interesó (y me interesa el tema). El enfoque parece bueno, voy a bajar la película. Gracias.

Melisma Mixolidio dijo...

Lector: es un buen enfoque, bajela con confianza. Y además es bastante divertida.

LinkWithin

Related Posts with Thumbnails