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-Pase, Gurrieri.
Fluye un ruido marginal desde las oficinas contiguas. Al pasar, escucha el sonido impersonal del celular de un empleado, una musiquita pedorra, moderna, aburrida. Entra al despacho majestuoso del director; una lámpara dicroica alumbra sobre el reflejo del vidrio cómplice de la entrada. El director lee una revista de negocios recostado en su sillón favorito. Sin levantar la vista le pregunta:
-¿Qué pasa Gurrieri? ¿Otra vez jodiendo por lo mismo?
Néstor calcula la distancia parado desde la puerta y el director ni lo mira. Calcula doce pasos, más o menos. Del bolso saca una Adidas bien inflada, el cuero tirante nuevo a punto de explotar. La acaricia sin demagogia y la deja en el piso.
-Disculpe, jefe. Hoy vine a matarlo.
Se hecha para atrás, retrocede metro y medio, y con esa mínima carrera saca un chanfle de zurda, un tres dedos exacto y demoledor, mortífero. Vuela sangre, la revista, un par de anteojos y más atrás, un millón de vidrios de la ventana. La pelota se pierde entre los edificios. El disparo le revienta la cara. El director, desnucado por la violencia del chumbazo, muere de penal.
Negro Vachino
(Para los muchachos de Once Voluntades)
(Para los muchachos de Once Voluntades)
2 comentarios:
Esto debiera guionarlo, para un cortometraje... las imágenes y el remate es cinematográfico. Reclame los derechos, regístrelo en la propiedad intelectual.Notable. Grone Vizcaino Vilois.
Buenisimooo, hay q buscarle la cara a ese hombre !!!!! Genial negro !
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