miércoles, 31 de marzo de 2010

Contra todo lo extraño

Por Emiliano Festa*

Siempre he intuido que la risa y las bromas son una noble coraza al espíritu. Dos jugarretas guardo en mi memoria, formando parte del casillero: “conocimientos para manipular, develar personalidades o razones ocultas”. Una me ocurrió en la adolescencia en al ámbito de un taller de cine que dirigía un ex seminarista. Resultaba que al final de la hora y media de “clases” nos poníamos a contar chistes y anécdotas en franca intimidad. Yo era uno de los mas proclives y procaces participantes debido a mi linaje y tradiciones familiares. Pero un día el “profe” que tenía inclinación por que resolviéramos los clásicos acertijos de la lógica formal –apenas recuerdo el de las indias de ojos verdes y azules- nos contó un chiste sin gracia. Y aunque la mitad del grupo se rió tímida y sintomáticamente sin saber por qué, yo creo que pegué la carcajada más ruidosa y fui puesto en evidencia como la clase de farsante que yo representaba en aquel tiempo. Sigo asistiendo continuamente a los actos que las personas representan por quedar bien o simplemente para pasar desapercibidas y puedo continuar describiendo fenómenos comportamentales que conducen hasta la mismísima “obediencia debida”.
Unos años después mientras me desempeñaba como productor de una famosa radio cordobesa, apareció un gerente nuevo –canoso, pelilargo con colita, trajeado formalmente, de mirada astuta o maligna y cierto aire “intelectual”-. Al parecer desaparecían discos continuamente y en tándem con uno de los operadores tramaron acusarme “como joda” del robo de cds para medir mi reacción (y tal vez desenmascarar al ladrón). Pero como no era culpable me ofendí y hasta amenacé con mi renuncia en medio de un ataque de mal humor que culminó en estruendosas risotadas por parte de los presentes conspiradores y el alivio de saber que existía un sospechoso menos.
Y digo que siempre he tomado las bromas como barrera empática protectora cuando aparece un pesado, un tonto o un triste. Es una buena espada también.
Siempre intuí que mi padre se contagió el cáncer de mi abuelo cuando no pudo ya tomárselo a broma dejando penetrar la tragedia en su propio espíritu, y al poco tiempo de morir mi padre, mi abuela también sucumbió al maleficio comunicativo que permite filtrar lo extraño. Luego de mi abuela cayó también su hermana Chela.
Recuerdo que una vez, mientras esperábamos el verde del semáforo, pasó un tipo y mi padre lo re-contra cagó a puteadas histriónicamente (aunque con lo vidrios cerrados y, a la distancia, el otro no lo escuchó) y luego me miró inmerso en un ataque de risa mientras yo le festejaba el chiste. Era un ex socio que lo había empernado en alguno de sus juveniles emprendimientos. El tipo se le había quedado con no se cuanta guita amparándose en alguna argucia legal, justo cuando la empresa iba viento en popa. Al socio no le gustaba trabajar y prefirió el fugaz desfalco a la continuidad promisoria (aunque visto a la distancia intuyo que tal vez existía incompatibilidad de caracteres y fue esa la manera de acabar con el civilizado trato, o simples razones ideológicas que lo ofuscaban, o más simplemente algún pecado común como la envidia, la pereza o la avaricia). Lo cierto es que el ex socio y tantos otros traidores que le conocí poco a poco iban sucumbiendo a sus propios contrahechos, de éste comentó que luego nunca se volvió a “parar” como dicen acá en la jerga de las empresas constructoras.

(Fragmento de “Crónicas”, a propósito de un nuevo aniversario de la muerte del arquitecto Nelson O. Festa, en la foto junto al autor de la nota)

*Periodista

3 comentarios:

Anónimo dijo...

muy bien festa, saque la mierda.

Anónimo dijo...

Emiliano, creo que en algún momento de tu vida primaria, ejecí como orientador de tu vida,en la docencia. Sí realmente sos el hijo de los queridos: "Negra" Festa y del respetable arquitecto. Segun se infiere,( por la foto) Emiliano, podría ser uno de los mellizos o no? y si mal no recuerdo tambien había, entonces una hermana. Desde ya, mis felitaciones, dado que el discípulo va superando a su maestro.
Con respecto a los chistes, para dejar de lado, solo lo intuitivo; te aconsejo leer a Freud, Sigmund Freud, a mi juicio, es quién a logrado develar con meridiana claridad lo oculto, detrás del chiste. Funciona como una suerte de ensayo, de lo que se teme afirmar publicamente. Posiblemente con un poquito de mayor complejidad, vos sabrás interpretar. Un abrazo me parecen honestas tus miradas, sobre todo esto, considerandote tan joven. Suerte.

Melisma Mixolidio dijo...

Estimado anónimo: efectivamente si soy Emiliano, el mismo de la foto, pero no soy uno de los mellizos, de ahí la confusión. Usted probablemente ha orientado a otra persona. Le agradezco el consejo de leer a Freud, parece una tesis interesante, aunque el freudismo es uno de los mecanismos interpretativos del siglo XIX mas castigados por la Teoría e historia de la ciencia, al parecer no ha envejecido muy bien.
Sin embargo, en el contexto en el que nos situamos –la crónica, el relato- cercano a la literatura sus presupuestos se me ocurren por demás interesantes.

Saludos.

LinkWithin

Related Posts with Thumbnails