Henry Miller nunca vivió en Toay

Ya no sé dónde vive Esteban, puede ser cerca de Roma o puede ser en California, ya le perdí pisada, pero me acuerdo el día que me escribió desde una librería de París contando que abrió un libro -The Rosy Crucifixion, Book Two, PLEXUS Henry Miller- y en alguna de las primeras hojas tenía escrito a mano: Henry Miller 1963 Shakespare & Co, ill never finishit. Miller mismo lo había autografiado y la joda que escribe el simpático de Henry es que nunca lo terminó porque el libro era primera edición y cuando lo tuvo en la mano notó que le faltaban cinco páginas y al firmar hizo la broma, la misma broma que Esteban tenía en sus manos cuarenta años después en esa librería de París.
Hace casi una década que no sé dónde carajo vive Esteban pero lo recuerdo sentado en la fría y última estación de tren de Toay, enjuagando impaciente los labios secos, los ojos brillosos por la tremenda fresca, con la tranquilidad de la siesta del pueblo, descubriendo la soledad feroz que lo cubría en esa época, tocándose los rulos negros, hablando sin parar, jugando a rascarse las ideas aburridas y levantando la mano derecha para explicar algo, girando el cuello hacia ambos lados como quien busca respuestas en la estación vacía para siempre, rascándose esa cascarita en la nariz que nunca se le iba y después lo vi irse caminando apurado, sediento, un cigarrillo hamacaba entre los dedos, un Parliament, sobre esa marca que fumaba decía siempre el mismo chiste, Parliament, el cigarrillo peronista: cabeza hueca. Y se fue con la mirada atenta explorando los tirantes de las vía muertas, las casas y quintas se hacían cada vez más distantes entre sí, con la vista fija en el lejano cartel de Neuss todo picado por el óxido, hecho concha, más muerto que vivo, creo que silbaba y creo que después gritó un nombre, no fue el mío, se iba por las vías y se acomodó la gorra y apuró el ritmo de las piernas y una carta llegó de Europa

Negro Vachino

(Para el Flaky García Pascual, él me lo contó en una carta)