La pobreza progresista

En la última edición de la revista "Caras y Caretas", dedicada en su tapa a "Los Ricos de la Argentina", uno de los mejores artículos aparece sin embargo casi escondido. En apenas media página retrasada y sin demasiado esfuerzo en el diseño, en la sección "Ekonomizando", Oscar Martínez firma una nota bajo el título "El otro debate" en el que lanza preguntas como misiles y ensaya respuestas para mirarse en el espejo.
"La pobreza instaló un debate tan necesario como, paradójicamente, estéril: el tema, en realidad, no debería ser cuántos pobres hay, si más o menos que hace dos, cinco o quince años. Hay muchos, muchos más de los que reconoce el Gobierno y demasiados para una administración que se define progresista", afirma en su primer párrafo.
Y dice entonces que la gran pregunta debiera ser porqué hay tantos pero tantos pobres después de unos cuantos años de crecimiento y de supuesta generación de 4 millones de puestos de trabajo.
"¿Y por qué la pobreza es cada vez más ilevantable, inevitable y desesperanzadora'", insiste. Describe la naturalización de las familias viviendo en la calle o dedicadas al cartoneo. Y plantea "el" interrogante: "¿quién se llevó toda la riqueza que se creó en estos años? Y esa inocente pregunta nos lleva a lo que se intenta evitar con el debate sobre el número de pobres: la discusión por la distribución del ingreso. Hoy, e incluso con los chuecos números del Indec, la brecha entre los que más ganan y los que menos ganan es la más alta en la historia desde que se llevan esas estadísticas. O sea: los ricos ganan más (o se llevan más porciones de la torta) y los más pobres apenas si levantan algunas migajas del plato".
Advierte además que pasó el período "de oro" de la economía creciendo en un 8 o 9 por ciento anual y no pierde la ocasión de recordar que el ministro Amado Boudou fue militante de la UCD.
Finalmente, le reconoce a la administración nacional "un maltrecho y minúsculo, pero siempre bienvenido, plan de ayuda a los sectores más desplazados de la sociedad. Claro que, fiel a su estilo, los 180 pesos por hijo saldrán de la caja de los jubilados. Se sabe, o al menos se dice, que los más pobres son los más solidarios. Y si no lo son, para convencerlos está el Estado".