domingo, 22 de noviembre de 2009

Cuento futbolero: Puteada de cajeta y replay

En el banco se sorprendieron todos por el nivel de velocidad de la pelota, el zurdazo terrible pegó en el travesaño y se fue por línea de fondo, el 5 masculló su puteada preferida: LA CONCHA DE DIOS, volvió trotando hacia su lugar en la mitad de la cancha con la vista fija en el arco propio sin escuchar en lo más mínimo el jadeo de las tribunas, los improperios, las guasadas, salivazos lejanos, fabulosos chiflidos delirantes y en la mitad sacra que marca la línea de cal estaba el árbitro plantado, dirigía de lejos, un mojón negro con poderes sobre el juego, otro silbato célebre por lo malo, se miraron con cara de perros furiosos, idiotas, oliéndose a la distancia mutuo asco y falta de respeto insólita cuando el 5 tapándose con dos dedos un orificio de la nariz largó el sifonazo de mocos y dijo: LA CONCHA TUYA TAMBIEN, CUERVO, el árbitro miró, instantánea, la estela mucosa sobre el verde césped inexistente, todo era tierra con alguna matita de pasto, levantó la vista, extraña y tranquila, llamó al 5 por su nombre y apellido: RUBEN ORDOÑEZ, VENÍ PARA ACÁ, con gesto sobreactuado hurgó en el bolsillo derecho trasero, enérgico levantó el brazo y sacó la tarjeta amarilla, en el banco se sorprendieron todos por el nivel de velocidad de la piña, una derecha terrible pegó en el pómulo como un chicotazo hasta el fondo del nocaut y el 5 masculló su puteada preferida: LA CONCHA DE DIOS, volvió a mirar el espectro del arco propio mientras el árbitro intentaba levantarse desde el piso sin escuchar en lo más mínimo las tribunas, los improperios, las guasadas, salivazos lejanos, fabulosos chiflidos delirantes, siempre en la mitad de la cancha, plantado de un roscazo, sin dirigir por supuesto, un mojón negro achicharrado y con la ñata en sangría, fuera de juego, un silbato célebre por lo malo, por dentro las miradas se flecharon las caras de perros furiosos, idiotas, oliéndose a la distancia un asco profundo, la eterna mutua falta de respeto, cuando el 5 tapándose con dos dedos un orificio de la nariz largó el sifonazo de mocos y soltó, hiriente: LA CONCHA TUYA TAMBIEN, CUERVO, el árbitro miró la instantánea de la estela mucosa desagradable sobre la camiseta negra que estrenaba esa tarde, el cuerpo dolorido sufría por el golpe en la caída sobre la tierra dura con apenas alguna matita de pasto, levantó la vista extrañamente perdida para acomodarla en la jeta y llamó al 5 balbuceando su nombre: DUBEEEN ODOOÑEZZZZ, y en un gesto apenas posible intentó sacar la tarjeta roja del bolsillo izquierdo, mientras veía que llegaba la camilla, levantó con triste mímica el fláccido brazo y sus reflejos se apagaron al desmayarse, en el banco se sorprendieron todos por el nivel de quilombo y la velocidad del conflicto, iban quince minutos del primer tiempo, el aliento de murmullo en las tribunas, el simple temblor del piso al traquetear el ferrocarril detrás, bien pegado a la tribuna visitante, el cántico fue hasta la línea del fondo y el 5 masculló su puteada preferida: LA CONCHA DE DIOS, volvió a sentirse expulsado al trotar hacia las duchas sin agua caliente, otra vez perdido, cada vez menos dueño del mediocampo, propio o ajeno, con la vista fija en el túnel que lleva a los vestuarios, sin escuchar en lo más mínimo el jadeo de las tribunas, los improperios, las guasadas, salivazos lejanos, fabulosos chiflidos delirantes y en la mitad exacta de la cancha estaba el árbitro, era una planta enterrada para siempre de un cross absoluto, por lejos un mojón negro sin brujerías sobre el juego, otro silbato célebre por lo malo que no podrá dirigir la próxima fecha y se olvidaron las caras de perros furiosos, idiotas, oliéndose a la distancia un mutuo asco, una falta de respeto insolente y el 5 tapándose con dos dedos un orificio de la nariz largó el sifonazo de mocos sobre el filo de lo que ya empezaba a ser la base de un pobre escalón de cemento hundido en el borde de la cancha y pensó para sí mismo el hiriente: LA CONCHA TUYA TAMBIEN, CUERVO y el árbitro pispeó unas risas al flotar un instante brumazón, todavía pegado al suelo, con dos estelas mucosas secándose, una sobre el verde césped inexistente, todo era tierra con alguna matita de pasto, otra sobre la camiseta, levantó la vista extraña, perdida, llamó al cuarto árbitro por el sobrenombre: TUCÁN AYUDÁME, y en un gesto acabado se aferró del brazo asistente para intentar levantarse y en el banco se sorprendieron todos.
Negro Vachino, 2009

6 comentarios:

Anónimo dijo...

se zarparon con la promoción de "Menta"... ese espacio del costado es pago como el de romano?? a maggio no sería mejor sacarle algunas fichas..? bue...

Anónimo dijo...

Que bueno que vuelvan a publicar a Vachino!!! Saludos.

Anónimo dijo...

Que bueno que vuelvan a publicar a Pamela David !!!Es una fruta madura jugosa.Felicitaciones!

Anónimo dijo...

fruta madura jugosa la negra esa ? jajajaja se ve que no la viste antes de las operaciones

Anónimo dijo...

buenísimo lo del negro!!!! que buenas puteadas!!!

Alejandro Francisco Garcia dijo...

Lo mas importante que existe sobre el planeta es que "sobre gustos, no hay nada escrito". Razón que salva a Bachino de este escrito.Y desde ya que mi gusto no adhiere en absoluto. Pero a no preocuparse Sr. Bachino, siga en lo suyo, es probable que yo sea el único disgustado con su relato.

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