Ley de Medios: ¡no entendemos nada!

La verdad es que la Ley de Servicios de Comunicación Audiovisual generó un matete imposible de desentrañar.
La iniciativa surgió de movimientos populares y progresistas, se sistematizó en los famosos 21 puntos de la Coalición, cosechó fervientes apoyos de –por ejemplo– las Madres y Abuelas de Plaza de Mayo, fue respaldada por el movimiento cooperativo y beneficia a proyectos comunitarios y sectores del trabajo y la producción; de alguna manera combate a los monopolios y la concentración de los medios en pocas manos y –esto es esencial– los considera no como un NEGOCIO sino como un SERVICIO. De lo contrario, la ley podría haberse bautizado Ley de Negocios de Comunicación Audiovisual.
El asunto es que la discusión, el debate legislativo y público, han puesto en evidencia tantas contradicciones que a esta altura queda la sensación de que cualquier intervención puede ser, finalmente, un aporte más a la confusión general, como decían aquellos pro-hombres de La Noticia Rebelde.
Repasemos algunas de esas contradicciones que están más cercanas y a la vista...