Un congreso de la gran puta

Todavía se escuchan los ecos del mentado congreso peronista, en Quemú. Aunque fue el sábado pasado, siguen repiqueteando algunas de las palabras que se formularon en ese contexto, y sobre todo los insultos que llovieron de manera indiscriminada.
Tal vez la gran frase de la ocasión fue la que con impunidad soltó Juan Miguel Abdo, que tiene el increíble cargo de funcionario de la Unidad Presidencia. El mal gusto de Abdo llegó a semejante punto que, en una oferta erótica plenamente desechable, invitó al aquilatado subsecretario de Trabajo Marcelo Pedehontaá a que le practique una succión testicular.
"Chupame un huevo", dijo textualmente interrumpiendo el sesudo discurso que estaba pronunciando. La gran incógnita es qué fue primero: el huevo o la gallina (y lo de gallina no lo decimos por Pedehontaá).
También Juan Carlos Tierno, en medio de otra clase de oratoria, aclaró a los presentes: "no me vengo a poner en pelotudo", refiriendo de manera vulgar el acto de quedar en evidencia como alguien torpe, o bruto; a no ser que Tierno en realidad imitara la acción que días pasados padeció el presidente de Federación Agraria Argentina, Eduardo Buzzi, a quien -como se sabe- su colega y compadre Alfredo de Angeli le tiene "hinchadas las pelotas".
Nadie sabe porqué de golpe, en medio del alocado frenesí de palabras durante el congreso, el mismo llegó a decir: "Como abogado no soy ningún gil". La gente del mensuario Lumbre, que lo hizo trizas en un juicio, no debe pensar lo mismo. Pero claro... en ese caso tuvo el inestimable asesoramiento del Colorado José Mario Aguerrido como abogado.
El despliegue de insultos, vituperios, piñas y encontronazos se completó con las corridas que hubo sobre el final, cuando el ex guardaespaldas de Tierno esta vez se convirtió en todo lo contrario: Carlos Amoroso le quiso dar su merecido. Le tiró un par de trompadas mientras Tierno hacía una de las cosas que mejor le sale: huir. Soldado que huye -habrá pensado Carlitos (Tierno)- sirve para otra batalla.
Tanta violencia hubo en el congreso, que tal vez la buena noticia es que esta vez no le pegaron a ningún periodista de El Fisgón. Un detalle que pasó desapercibido para el periodismo crítico, pero que bien merece ser resaltado como ejemplo de pluralidad, tolerancia y respeto, tres de las cosas que se respiran en el congreso peronista, sea donde sea y en la época en que toque.
El que quedó realmente como un bobo fue el gobernador Oscar Mario Jorge, quien en medio del tole-tole y las trifulcas no tuvo mejor idea que volver a pronunciar su pesado discurso sobre la crisis internacional y bla, bla, bla... Un recuadrito en la edición de hoy del diario La Arena (al comentario le falta la firma del diputado Juan Ramón Garay, colaborador habitual del diario de los Santesteban) confirma que el Ningo no anda del todo bien.
Una lástima, eso sí, que después de tanta puteada, luego de semejante despliegue de machosidad, tras tamaña demostración de virilismo extremo, haya algunos peronistas que se amariconan un poco. Jorge Lezcano, por ejemplo, anda diciendo que le dio vergüenza semejante panorama.
¡Pero Jorge, un poco de onda!: vergüenza es robar y no llevar nada a la casa...