El gobierno local quedó rehén de sí mismo

Lo que ocurre con las torpezas políticas es que si no se dan los pasos que ayuden a solucionar a tiempo la metida de pata, después se vuelven más graves.
Acaba de pasarle al gobierno municipal con los artesanos que prefirieron hacer su Feria del Regalo en la Plaza San Martín y no en el lugar asignado repentinamente por el oficialismo, la ex estación de Trenes.
La medida inconsulta y apresurada derivó en una protesta en pleno centro, donde los manualistas más quejosos hicieron sentir su queja porque el domingo a la noche no tuvieron a disposición la energía eléctrica que las mismas autoridades habían prometido.
La velocidad y eficiencia que la gestión de Francisco Torroba tuvo para implementar el aumento en el boleto de colectivo, no la tuvo para proveer de ese vital elemento a los trabajadores que se acomodaron en pleno centro.
Además del chiste fácil -las pocas luces del gobierno- las autoridades comunales tuvieron a mano una explicación: dijeron que la lluvia del sábado había dejado mojadas algunas cajas de alimentación y que si apuraban la conexión había algún riesgo de electrificación.
Es llamativo que eso mismo no haya pasado, por ejemplo, en la ex estación de trenes, donde a simple vista se podía observar algún cruce de cables que daba miedo.
Pero supongamos que Torroba y los suyos dicen la verdad y sólo actuaron por prevención. Esa situación, más que ninguna otra demuestra, que están pagando el costo de la torpeza política inicial.
¿Cuál fue la ganancia de trasladar la Feria del Regalo a la ex estación de trenes si no estaban todos convencidos? Si era tan buena, ¿cuál era la pérdida de trabajar esa idea de "extender la ciudad" -como si la estación, además, estuviera taaaaan lejos del centro- con un poco más de tiempo, para que madurara?
El gobierno del FrePam se metió en un brete zonzo, del que sólo podía salir perdiendo, a no ser que diera una oportuna marcha atrás. No. Se empeñaron. Y si hubiera sido una elección, esta vez perdían, porque la enorme mayoría de los artesanos se volcaron sobre la Plaza, pese al supuesto "apoyo" que hubieran recibido si se acoplaban a la "feria oficial".
Entonces, la situación generó lo que ya se sabe: después de una torpeza política que no es solucionada a tiempo, cualquier remedio termina siendo peor que la enfermedad.
Los funcionarios terminaron acusados por su pasividad e inacción, por no medir con la misma vara y hasta por no otorgar energía eléctrica a uno de los "bandos". A lo mejor es cierto que había riesgos de una electrocución, pero el comportamiento anterior que tuvo el oficialismo lo hacía blanco de esa primera manifestación, no tan masiva pero sí sonora y cargada de sentido.