Recuperarse de un retroceso

Argentina tiene unos jugadores estupendos. Messi no es Maradona, ni se le acerca (la verdad: está más cerca de Dieguito Latorre que del Gran Diego), pero tiene algunos detalles que ningún otro jugador del mundo muestra. Riquelme es lento (porque esa es una de sus obligaciones) y tiene que padecer que los que no entienden nada de fútbol hablen de su estilo como si supieran. Agüero ahora está más de moda porque es el yerno del Diego, pero juega como la puta madre. Y Tévez es el mejor de todos esos, así que cuando se acomode agarrate Catalina.
Mascherano es el más titular de todos, porque es el más inteligente, derrocha juventud y nunca se la cree. Gago es parecido, y los dos juntos en vez de negarse –como hacen algunas estrellas– se potencian. Hay volantes de complemento a rolete y los defensores no son para andar desechando: todos los que están ahí ganaron cosas importantes a nivel internacional y hasta Brasil los envidiaría.
Con semejantes jugadores, hubiera sido un pecado que la Selección Argentina llegara al Mundial –si llegaba– con un técnico como el Coco Basile.
Eso no quiere decir que no hubiera hecho un buen papel, pero las posibilidades hubieran quedado reducidas. Basile -como DT- nunca salió campeón hasta que llegó a Boca y cosechó 5 títulos al hilo, con un plantel entonadísimo en el que lo difícil era no salir campeón. Así y todo –hay que decirlo– fueron títulos menores en la última historia de Boca: Basile no ganó Libertadores ni Intercontinental.
Como ocurre con cualquier persona pública, tiene algunas razones: no todo debiera ser tan complicado, y él se presenta como alguien que ayuda a simplificarlo. El tema es que también hay un trecho -¿largo o corto?- entre lo simple y lo perezoso. Lo simple, muchas veces, es lo más trabajoso. Y uno que escucha las máximas basilísticas termina preguntándose: si al final todo depende del asado de los viernes, de cómo se levantaron el día del partido y de lo que a cada jugador se le ocurra en plena faena, ¿para qué está un DT?
Porque si es sólo para elegir a los jugadores, los elige cualquiera: el que gana el Gran DT, el “mercado”, los medios, los hinchas… casi todos coincidirían en 20 de 22. Coco es simpático, sabe más de fútbol que cualquiera que escriba o lea por acá y está de vuelta de un montón de cosas. Pero esencialmente, Coco es un cultivador y promotor de la chantada. Su gran propuesta es la avivada argentina, la picardía criolla, la cábala vacía, el folclore del peor.
No está taaaaan mal que se agarre un huevo cada vez que ataque el rival, si quiere; o que haga que el Panadero Díaz le pinte la espalda de talco.
Pero no puede reducir el papel de DT de la Selección a esa payasada y a declaraciones parecidas a las que haría cualquier barrabrava con ansias de salir en El Aguante.
A veces parece que Basile es el mejor DT para aquellos sitios y momentos en que no hay que hacer nada, o -mejor dicho- hay que seguir tal como se viene: el mejor ejemplo es aquel Boca al que simplemente había que dejarlo rodar para que sus jugadorazos –con un Rodrigo Palacio a nivel extraordinario, y un Federico Insúa no menos rutilante– hicieran lo suyo sin indicaciones, ni trabajo, ni jugadas preparadas y sin necesidad de convencerse demasiado de determinada idea.
Pero cuando hay que armar algo –que de eso se trata este momento de la Selección– seguro que es mejor algún otro.
Basile fue un retroceso para la Selección: después de que pasaran por ese puesto dos señores con todas las letras; dos técnicos honestos, inteligentes y trabajadores –con estilos muy diferentes– como Marcelo Bielsa y José Pekerman, el desembarco de Basile, que ya había sido DT en el Mundial del ’94, fue (metafóricamente) un retardo. Ahora habrá que escuchar los discursos de que un contrato se incumple, de que esto en el país no se hace…
Pero debe ser un alivio que Basile se vaya. Es una alegría que estos jugadorazos vayan a llegar al Mundial con otro DT (aunque primero tienen que llegar al Mundial). La riqueza técnica del equipo argentino es tan enorme que sería un tonto desperdicio permitir que Sudáfrica 2010 pase como un mundial más.

J.P.G.