Gataflorismo rural

Con ese tono de capechanos patriarcales que tan bien les sale a la mayoría de los dirigentes del sector, hubo unos cuantos que a poco de que se anunciara el envío del tema de las retenciones al Congreso Nacional, esta vez saludaron la conchudez de Cristina: “tuvimos que esperar 100 días para que hiciera lo que nosotros decíamos”, soltó alguien, muy ruralmente honesto.
Hasta Alfredo De Ángeli elevó el pulgar hacia arriba y juzgó, que es lo que hace desde hace esos 100 días en la pantalla de todas nuestras teles: “Estuvo bien la presidenta”, decretó, como si fuera el dueño del show de la patronal agraria, como si fuera Lafauci o Gerardo Sofovich poniendo el puntaje en Discurseando por un Sueño (o Legislando por un Sueño, o como quieran llamarle).
Pero… a poco de andar, empezaron a aparecer los… peros…
En el medio, para colmo, todo ese debate vacío y zumbón sobre la llamada “democracia”. Cada cual creyéndose el dueño de la “democracia” y acusando al otro de ser el “autoritario”, el “dictador” o el “golpista”.
Como si la “democracia”, además, fuera algo que nos haya dado taaaaaaantas alegrías…
Lo más lastimoso es que en todo ese berenjenal se pierden de vista las voces más lucidas y sensatas, como –por ejemplo– la del diputado Claudio Lozano (Proyecto Sur), quien anda advirtiendo que las retenciones están bien pero no tanto, porque –parece– encierra un negociado para hacerles el juego a las grandes cerealeras (esto, hay que decirlo, ni siquiera les molesta tanto a las patronales agropecuarias, que siguen dispuestas a cualquier negociado mientras a ellas no les toque quedarse sin un buen pedazo de la torta).
El asunto es que no pasó demasiado tiempo para que “el campo” abriera el ojo y se diera cuenta de que en una de esas el Congreso Nacional “democrático” termina ratificando las retenciones “democráticamente” y mandando a todos los patroncitos a que “democráticamente” se metan los reclamos en el orto.
Entonces, ¿qué pasa? Ya se escucha: el Congreso sólo es bueno si sale de ahí lo que los patroncitos quieren, no vaya a ser cosa que se les dé por votar las retenciones y achiquen los márgenes de ganancia de los dueños de la tierra…
Ahora los oligarcas vuelven a estar en pie de guerra. Las rutas siguen cortadas. El envío de la ley, que era “lo que nosotros decíamos hace 100 días”, se les parece “una trampa”. Y por las dudas, un patroncito ya gritó: si los diputados no votan en contra de las retenciones, al Congreso hay que cerrarlo.
A la mierda.
Así se manejan los dueños. Tan acostumbrados a dar órdenes, a ser propietarios y a mandar de acá para allá a los peoncitos que a veces ni blanqueados están; tan acostumbrados a mandar a que la china les dé los gustos; tan acostumbrados a que todo se paga y tiene su precio; tan acostumbrados a –en todo caso– después pedirle perdón a Dios y rezar y no faltar a misa… que terminan haciendo eso mismo en su relación con las instituciones de la “democracia”.
El gataflorismo de la patronal agropecuaria, con el aporte de las caras más impresentables que tiene el país, ha sumado un capítulo más en la encendida defensa de lo que consideran la “patria”, es decir… sus bolsillos.