sábado, 20 de agosto de 2011

El último ayyyy de Olga

(foto: Mika Dep)
Olga nada en la pileta climatizada anexa a la casa. No hay música en el ambiente. Va y viene. Va y viene. Crawl y pecho. Una y una. Crawl y pecho. Más de cien largos y Olga meta nadando. Metódica. Inconsciente. Un lucio cortando el cálido y líquido elemento, deslizándose por entre las turbulentas mareas del rebote de las olas con los límites del acuario. Otto y Bélgica, los perros de noventa dientes, la miran sumergirse, dar brazadas en el aire y como cuellos de cisnes o flamencos introducirse por enésima vez en el agua climatizada de la pileta. Los perros la observan, bobetas, idiotizados por los diferentes estilos y resoples por fuera del agua. Una densa niebla de vapor inunda el aire espacio. Recubre el ambiente. Todo es difuso. Se oye un ladrido. Sólo un ladrido. Las brazadas y el resoplido siguen sonando y se desparraman en chirridos con la pésima acústica de la carpa. En el ambiente húmedo, traslucida una sombra aparece caminando por fuera de los plásticos duros del enorme iglú natatorio. Los perros olisquean a la persona. Se acercan. Otto ladra. Un escueto y grave ladrido. La sombra se vuelve humano: la enana Willy pasa por la cortina de plástico más finita que hace de puerta. Los perros se le acercan, lo lamen. Mueven respectivas colas de diferentes tamaños. La enana es viejo conocido del boxer y el pastor alemán. La señora Olga, imperturbable, sigue y sigue y sigue nadando. La enana se desviste. Tira el saco, la camisa y los pantalones en un sillón de mimbre pintado de mil colores. Poca luz deja verse dentro, adentro, bien adentro en  el agua. Willy salta desnudo y entra de cabeza buscando como un pelícano fervoroso su dieta de pubis con calamares. Olga, estremecida por el chapuzón, afloja el ímpetu de la natación y se para de pronto. Suelta un breve gritito: ayyyyy. Por detrás, en la semioscuridad del agua, aparece la enana Willy y la agarra de la cintura para pegarse cuerpo a cuerpo. Qué hacés idiota, me asustaste, Enana!! Willy se ríe gravemente. Sonrisa de mariguana. Sube sus manos y comienza a apretar suave los senos de la mujer. Olga siempre practica nado desnuda. Se erizan los pezones con la suavidad de los dedos. El agua no parece impedimento a las caricias táctiles. Olga disfruta. Willy pega más su cuerpo, su cuerpo es una rémora comenzando a excitarse. Los perros ladran de contentos. Hacía un año, más o menos, que no se veían. Siempre hubo entre ambos muchos reencuentros. No era casualidad. Ninguna noticia. Amor y odio. Se abrazan y besan sus labios y orejas y cuellos y los cuerpos se funden, ansiosos por tocarse y a los minutos de tocarse Olga suspira y la morena en la entrepierna de Willy muestra los dientes afilados buscando la vulva carnosa y omnipresente, buscando carne y sensaciones de molusco y pulpo de la maravillosa mujer de apellido Smith. Después algo se afloja en la estructura de Olga y suena otro ayyyy. Mucho menos terrorífico. Un leve comienzo orgásmico. Esta vez no es por el susto. Las nalgas separadas del todo aceptan los empellones subacuáticos ante la voracidad de la morena de Willy entrando a la cueva para intentar saciarse. Los perros buscan un rincón en el cuál jadear por la neblina del vapor climatizado. Después del sexo sedante de la pileta todo es misterio. Willy declara que se hechó un buen polvo, pasó un agradable rato y se fue a dormir a su departamento frente a las dunas y los juncales laguneros. Olga Smith y los perros aparecen muertos en la casa sin pistas, ni huellas. La nada misma. La enana Willy desaparece por un tiempo. El inspector Sergio Evaristo Gutierrez certifica la excusa de la enana de irse del país por un trabajo como jurado en el circuito de la Cannabis Cup realizada en las maravillosas ciudades de Barcelona, Ámsterdam, Berlín y Roma. La única certeza del asunto quedó plasmada en la muerte de la señora Smith. Ninguna sospecha ni sospechoso detrás de los muros ríspidos y putrefactos de la prisión U-P5 de Atnasasor. ¿Quién carajo mató a Olga Smith?

Negro Vachino
 

2 comentarios:

Anónimo dijo...

buena la foteli.

Anónimo dijo...

Buen capítulo también. Zarpado, pero me gustó!

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