viernes, 13 de agosto de 2010

La hermosa y los horribles


Apenas sé de ella por sus comportamientos públicos, las referencias de terceros, algún cruce de abrazos y miradas, una cena en la que había demasiados. Es decir: casi no conozco personalmente a Raquel Barabaschi.

Pero tengo la certeza de que es una persona hermosa. El martes pasado, cuando se sentó a declarar en el juicio oral y público por la Subzona 14, tuvo a su derecha la mirada de los horribles.
 Con una entereza descomunal los observó en un par de ocasiones con gesto casi bondadoso, mechando ese viaje de sus ojos con el terrible relato de una existencia que le hubieran arruinado sino hubiera tenido la hidalguía de reconstruirse y de –literalmente– honrar la vida.
 Todas las víctimas de este juicio son el rostro de la pelea contra la impunidad, pero posiblemente Raquel más que nadie es la cara de Memoria, la Verdad y la Justicia.
 Porque el drama personal que atravesó no le nubló la vista y tiene la lucidez suficiente para insistir, aquí y ahora, con lo que no debe olvidarse: los horribles fueron el brazo ejecutor de un plan diseñado para matar a quienes soñaban con otro país, más humano, más justo, más libre.

En el tema de la Subzona 14 no faltan la mezquindad o el oportunismo de algunos. Hay quienes, hasta comprensiblemente, hubieran preferido no repasar nunca más su dolor. Hay quienes siguen optando por meter la basura bajo la alfombra en lugar de hacer memoria y buscar justicia. Hay quienes aprovechan el río revuelto para saciar su sed de internismo político. Hay quienes se las quieren dar de héroes. Hay quienes se rasgan las vestiduras en nombre de la causa pero fueron lamebotas del maldito indultador.

En ese escenario, Raquel ha sido consecuente todo el tiempo, honesta consigo misma y con nosotros, ha perseguido este momento desde hace años, incluso cuando parecía una quimera.

Cuando se sentó frente al jurado no derramó una sola lágrima, porque –dijo– ya había llorado a lo largo de su vida todo lo que tenía que llorar.
 Contó, también, que en los días de su secuestro y las torturas, cuando era una piba de 19 años sometida a la crueldad de los horribles, se sintió como “Pulgarcito”.
 ¡Qué Pulgarcito ni Pulgarcito! Raquel es enorme, de una dimensión que ni siquiera llegamos a comprender.
 Raquel sigue lamentando sus sueños perdidos, su ilusión de ser ingeniera recibida de una universidad obrera, sus utopías y las de su generación. Siente que le robaron un enorme pedazo de su vida.
 Pero Raquel es hermosa. Sus hijos, seguro, quieren ser como ella. Eso no hay quién lo pague.
 ¿Y habrá alguien que quiera ser como los horribles?


Estaría buenísimo que todos los pibes quieran ser como Raquel Barabaschi: hermosos, humanos, solidarios, honestos, consecuentes, valientes, luchadores, dignos. Y alegres, eso: alegres.

“Hoy tengo el tremendo orgullo del acompañamiento incondicional de quienes me quieren. Me acompañaron todo este tiempo para buscar la verdad, y con alegría. No digo que esto de hoy lo haga con alegría, pero sí que tengo tranquilidad de conciencia y que sé bien quiénes fueron mis verdugos”, completó su testimonio el martes.
 Y se entendió claramente qué quería decir el Che Guevara cuando enseñaba que hay que endurecerse sin perder la ternura jamás.


J.P.G.

4 comentarios:

Anónimo dijo...

La misma alegría de una vida bien vivida y de sueños sostenidos es la que muestran todos estos militantes de la verdad y la justicia en todos los juicios.Muy distintos rostros -como dice el texto- a los de los genocidas.Debemos agradecer que los juicios se estén llevand a cabo.Finalmente las caretas cayeron y los argentinos podemos diferenciar la "civilización" de la "barbarie".

Anónimo dijo...

Robaron sus sueños, pero no su capacidad de soñar. Y mucho menos su voluntad de hacer, de modificar la realidad, de poner su voz por los eternamente silenciados. Raquel es la misma esperanza. "sólo la esperanza guía la verdad". Por fin la verdad triunfará.

Anónimo dijo...

Me parece genial. Cuando pasan cosas como estas, es cuando dan ganas de seguir. Muchas Gracias!!!

Anónimo dijo...

Raquel valiente y noble, tiene las herramientas del alma para persistir en búsquedas de justicia.
Su rostros resalta limpio contra los de la hipocresía con y sin uniforme.
Puede mirar con legitimidad a todos "los que hacen justicia" y reprocharles la demora, las evasivas. por el NUNCA MAS

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