La materialización de la acción judicial, encarnada por un tribunal civil, es –en sí misma– la finitud de esta ilusión pueblerina de paz y normalidad.
Los uniformados imputados están acusados de delitos de lesa humanidad: ejercer el terrorismo aprovechando la toma ilegal del poder, aplicar torturas a detenidos y asesinar gente.Los milicos juzgados no solamente perciben jugosas jubilaciones, sino que en la mayoría de los casos se han mantenido “en actividad” hasta no hace mucho tiempo mediante empresas de seguridad privada, servicios de vigilancia y agencias de inteligencia, quizás malhabidas con dineros saqueados a sus víctimas y familiares. Inclusive, hasta el momento en que fueron puestos tras las rejas, es decir el martes 20 de julio pasado, se los podía ver por Santa Rosa (a los que viven aquí) lo más campantes.
No es el caso del ex comandante de la Subzona 14, coronel Fabio Iriart, quien se encuentra internado en Buenos Aires. Hoy los abogados querellantes Miguel Palazzani y Carina Salvay solicitaron que se examine diariamente su estado de salud para citarlo en cuanto mejore. Finalmente el Tribunal Oral Federal decidió excluir a Iriart del juicio, tal como pretendía el fiscal Jorge Bonvehí.
Es una costumbre de los sanguinarios represores “enfermarse” cuando deben responder a la justicia. Uno de sus ídolos, el mismo Augusto Pinochet,logró estirar su juzgamiento mediante este artilugio hasta su muerte, ocurrida –paradójicamente– el 10 de diciembre de 2006, Día de los Derechos Humanos.
Otro que no se sentó hoy en el banquillo de los acusados es uno de los principales responsable de la “guerra sucia”, sino el máximo: Luis Enrique Baraldini está "prófugo". Lo llamativo del caso es que el ex coronel y ex jefe de la Policía de La Pampa cuando ocurrieron la mayoría de los secuestros, torturas y muertes, vive tranquilamente en Santa Cruz de la Sierra, Bolivia, regenteando junto a su hija Rosana un centro de equinoterapia, con la que “ayudan” a niños con diversos problemas psico físicos. Un primor de personas.
Baraldini tiene una orden de captura internacional, pero ni la Interpol ni la Justicia Federal lo han podido apresar, pese a que no parecería tan difícil.
El implacable represor, inclusive, fue condecorado por el Círculo de Oficiales del Ejército boliviano en el año 2005 con la Gran Cruz por su “vocación de servicio”.
Desde su fuga en noviembre de 2003, cuando se reabrió la causa que investiga los secuestros y torturas cometidas en La Pampa durante la dictadura, el rastro de Baraldini ya se suponía en Bolivia, puesto que allí estuvo como agregado militar en los primeros ‘80s. Pero no fue de vacaciones: en ese tiempo adiestró a militares bolivianos.
Baraldini fue destinado en los ’70 en el Regimiento 101 de Toay. Se casó en Santa Rosa y tuvo tres hijos. Compartía su afición por los caballos justamente con el entonces jefe del Regimiento, el coronel Fabio Iriat.
Luego del golpe del ’76 se convirtió en jefe de la Policía Provincial y tuvo a su cargo la parte operativa del grupo de tareas que funcionó en La Pampa. Es un hombre de armas tomar.
Pero en Bolivia el jefe de la represión pampeana hace lo que quiere. En Santa Cruz de la Sierra ha sido comisario de pruebas de varios campeonatos ecuestre, según difundieron las páginas de algunos diarios de ese país. Así se puede leer en El Tiempo, en la edición del 3 de octubre de 2006, en una nota publicada luego de un Campeonato de Adiestramiento en el picadero del Country Club Cochabamba, un exclusivo barrio privado de esa zona.
Santa Cruz de la Sierra es uno de los departamentos más ricos del país limítrofe y sus autoridades se encuentran enfrentadas al proyecto del presidente Evo Morales.
La presencia del ex jefe de la Policía pudo ser confirmada por varios periódicos, como el diario El Mundo, de Santa Cruz de la Sierra.
Pero el represor no utiliza su nombre verdadero: ahora se llama “Luis Pellegri”.
El diario El Deber publicó el 22 de abril de 2007 una entrevista sobre su escuela de equinoterapia.
La nota indica: “Hace tres años que Baraldini y su padre, don Luis Pellegri, abrieron un centro de equitación sobre la carretera a Camiri. El sitio pasaría desapercibido si no fuera por las risas y las voces de estos argentinos, que se presentan con un discreto cartel en la puerta. Allí, con un cariño abrumador, reciben niños con dificultades muy variadas, desde autistas, Down, con parálisis cerebral hasta epilépticos”.
Pero antes, en el ’90, Baraldini actuó en Argentina bajo las órdenes de Mohamed Alí Seineldín. El 3 de diciembre de 1990 fue uno de los oficiales “carapintadas” que encabezaron la sublevación. Su misión fue ocupar el Regimiento de Patricios, del barrio porteño de Palermo. Fue condenado por el hecho y cumplió prisión en Campo de Mayo, en Buenos Aires, hasta que fue indultado por el presidente Eduardo Duhalde en 2002.
Hoy a la mañana, en la sala del Colegio de Abogados, donde se sustenta el proceso judicial, no estuvo sentado el sanguinario represor jefe de la dictadura en La Pampa. Ha de estar entrenado caballos en Bolivia.
L.G.
3 comentarios:
y encima hoy el 1º en declarar es uno de sus mas fervientes admiradores: baste leer la editorial con la que "salvaban" la ropa de este hijo de puta los que hoy dicen ser los principales defensores de los derechos humanos, etc etc. La Arena merece un escrache público. No pueden ser tan hipócritas.
y encima hoy el 1º en declarar es uno de sus mas fervientes admiradores: baste leer la editorial con la que "salvaban" la ropa de este hijo de puta los que hoy dicen ser los principales defensores de los derechos humanos, etc etc. La Arena merece un escrache público. No pueden ser tan hipócritas.
Buena nota, distinta a lo leído hoy.
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