domingo, 25 de abril de 2010

Buen humor a la cubana

Frank Delgado, por lo visto, no se anda fijando demasiado en la excelencia musical y todo eso. Si se lo mirara con ojos de crítico seguramente no quedaría demasiado espacio para los elogios. Pero nadie podrá negarle su capacidad para divertir y entretener, que -como él mismo explicó durante su espectáculo en el Aula Magna de la Universidad Nacional de La Pampa- viene a ser “tenernos entre todos”.
El trovador cubano -que además es ingeniero hidráulico- mostró algunas pinceladas de buena música, pero más que nada brindó un espectáculo en el que resaltaron el buen humor, la picardía y también la charla extendida y sin apuro.
La presentación en Santa Rosa duró nada menos que 3 horas, en las que sí se destacó desde el punto de vista musical el trabajo de Ybrain Rivero, también cubano pero mucho más joven y un distinguido intérprete de guitarra, quien sin dejar de mover acompasadamente sus zapatillas Nike recién compradas hasta lució su voz en una de las canciones (“Cuando se vaya la luz mi negra”, una de las más viejas y más conocidas).
La excusa del viernes a la noche fue la presentación del disco “Ustedes los trovadores no saben na’ de la vida”, que es la frase que un político cubano le espetó a Delgado en una asamblea.
El asunto es que durante el show por momentos sobresalió la charlatanería de Delgado, que se guardó lo más interesante para el final. Lo que de veras se destacó fue el humor de algunas canciones, incluyendo acordes infantiles que -dice Delgado- se le ocurrieron para su hijo. Así fueron pasando desde Niño Caníbal hasta la carta del niño cubano a Santa Claus, pasando por las referencias a los congueros de Santiago de Cuba, que fue parte de lo mejor del espectáculo.
Delgado ya no tiene la voz de un joven y lo reconoció ahí, en vivo y en directo, como si nada, cuando tuvo que negarse a hacer a algunas canciones que le pidieron. No es precisamente un marketinero. Ni siquiera desde su pinta: se subió al escenario con una gorra deportiva y anteojos oscuros que no se quitó en ningún momento.
Cuando le da el tono, su voz se asemeja a algunos pasajes de Juan Luis Guerra, aunque Delgado trae un combo: en algunas canciones se inclina a historias que parecen las de Ismael Serrano, cuando se hace el romanticón se parece a Ricardo Arjona y cuando se decide a meter ritmo caribeño es imposible no acordarse del “Pedro Navaja” de Rubén Blades.
Pero más que todo eso -se hace evidente- a Delgado le gusta contar historias, que a veces son cantadas y a veces ni siquiera tienen música. Se aprovecha para ello de su tono cubano y su habilidad en el manejo de la palabra y de los tiempos. En eso es un maestro, que este viernes logró el encantador objetivo de que las personas que colmaron el Aula Magna se volvieran a sus casas con una sonrisa -o una carcajada- pintada en la cara.



 

1 comentario:

Anónimo dijo...

Un capo el loco, se me pasaron las 3 horas que duró, volando. Ahora, una pequeña crítica: ¿por qué las autoridades de la UNLPam que organizaba el recital entregaron más entradas que los lugares que había?

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