La desmemoria de Duhalde

Eduardo Duhalde batió otro récord: exactamente en el Día de la Memoria, el oscurso personaje que pretende ser presidente, apareció como abanderado de los que exigen impunidad.
Nada es casual: lo hizo desde un reportaje que publicó el diario La Nación, y en el que desnuda las intenciones que se esconden detrás de su postulación.
Mientras las Madres y Abuelas de Plaza de Mayo ven con emoción la aparición de hijos y nietos; mientras algunos de aquellos dramáticos episodios empiezan a encontrar esclarecimiento en los juicios orales y públicos motorizados en distintos lugares del país; mientras la ciudadanía -en las oficinas públicas, en las escuelas, en las conversaciones cotidianas, en los medios de comunicación, también entre los dirigentes políticos con representación- recién después de más de 30 años empieza cobrar real conciencia de lo que ocurrió el 24 de marzo de 1976 -lo que ocurrió, cómo ocurrió y para qué ocurrió- un personaje que pretende ser recordado por la historia como "salvador de la patria" y "dirigente democrático" pide -como si lo hiciera en nombre de los terroristas de Estado- que se acaben los juicios a los represores: "Los juicios tienen que terminar", dijo Duhalde.
Y con la demagogia y la hipocresía que lo llevó a ser quien es, hasta se anima a reclamar que esa decisión se tome en "consultas populares", como si la idea de Memoria, Verdad y Justicia pudiera ser pisoteada y pasada por encima a través del reclutamiento de votos y la cosecha de punteros.
Patético lo de Duhalde, pero no es ninguna novedad, y en todo caso bienvenido sea que quede al desnudo cuál es su concepción del poder y qué intereses representa: los del poder retrógrado y dinosáurico.
Ya había dado pistas, últimamente, cuando se quejó de las supuestas "humillaciones" a las que estaba sometido el Ejército.
Definitivamente Duhalde -que ya fue presidente transitorio merced al ejército bonaerense que promovió los saqueos; que pesificó millonarias deudas en beneficio del Grupo Clarín y otros actores de peso económico y financiero; y que tuvo que abandonar el poder después de los asesinatos de Maximiliano Kosteky y Darío Santillán- ahora busca regresar a lo más alto en nombre del Partido Militar y como representante derechoso del discurso del odio que ha generado en algunos sectores -minoritarios pero muy poderosos- el avance en las políticas de Derechos Humanos (no sólo avances del gobierno, sino de la comunidad, de sus organizaciones sociales y políticas).
Ese Partido Militar está conformado por resentidas huestes ultracatólicas, por los sectores sindicales más retrógrados, por una manga marginal de filonazis y por el conservadurismo más acendrado, incluyendo desde ya a representantes intelectuales y materiales de las Fuerzas Armadas nostálgicas (estaría bueno saber si es también el candidato del senador pampeano Carlos Verna).
Duhalde y los suyos, por lo visto, no tienen ningún escrúpulo a la hora de esta intentona por manotear el poder: eligieron tan luego el 24 de Marzo -Día de la Memoria- para lanzar formalmente la postulación del candidato de la desmemoria.