domingo, 10 de enero de 2010

Aguacero

Nubes en el norte y el sur, en el este y oeste. Por el techo atmosférico todo es gris pálido; penachos de plata ornamentan la oscuridad matinal de la tormenta y el agua brota desde el cielo como un diluvio espeso que sofoca las plantas. La catarata sempiterna ahoga el éter: los peces y los sapos huyen por el aire, original quintaesencia, para descansar junto a mí, en este trabajo diario de computadora. Todo es agua. Aquel vecino, el de enfrente, hace un tajamar de cañas y ladrillos para contener la fauna acuática y la flora húmeda. El agua brota desde el cielo y todo es agua. Soy feliz escuchando la metralla del goteo. El viento corre, dobla la esquina, y sigue para perderse en la más absoluta de las soledades. Cómo alguna vez me enseño el amigo Klaus Kinski, no el actor alemán sino el de Victorica, el niño rubio allá en La Pampa, el futuro jockey, el hijo de las caricias de los tamariscos y algarrobos, ese mismo me enseño como registrar con el pequeño grabador portátil Sony las voces acuíferas. Son generalmente graves, pero cuando amaina el vendaval se vuelven agudas. Prefiero pensarlas como vómito de alaridos enérgicos en el confín de brisas reumáticas. Para los transeúntes todo es asombro; empapados, los borrachos, las abuelas y los niños pululan con desatino. Un trueno conmovedor sacude la música de chapas, tejas y desagotes: se escuchan los primeros acordes del repertorio y un suave remolino cubre el cuerpo astillado del cusco, la perrita de la vecina. El flash de varios relámpagos capta la escena. Algo pasa: un sismo de sonidos engulle la mañana; la tormenta es potente y saludable. La inacabable percusión cae sobre la miscelánea de calles, plazas, cordones y farolas. Luego, un ápice de silencio. Fumo, ansioso, mientras no termina la lluvia y pienso en aquella frase que vi escrita con aerosol verde hace años en una pared: Creí que sólo Jack Cousteau podía explorar los abismos de la voz. Pero Ulises vence hoy el poderoso canto de las sirenas. Vaya a saber uno qué significa.

2 comentarios:

Anónimo dijo...

¿Ilustración de García Lorca...?hummm... es el antiguo isotipo de Terrabusi, fotoshop mediante... me parece, un buen montaje virtual.

Anónimo dijo...

El cuento de Vachino fue premonitorio: están cayendo teresos de punta!!!

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