Cristinianamente

Curiosa situación la de inaugurar un Centro Judicial pero desde otro lado. Sabrá la historia si es la primera vez que ocurre. El asunto es que la visita cristiniana, en lugar de hacerse al edificio de Perón y Urguay con corte de cintas y recorrida de instalaciones, desembarcó formalmente en el húmedo y caluroso estadio del Club Estudiantes.
Allí los costosos matoneos de robledistas y marinistas quedaron sólo en eso: pendencieros desafíos que no pasaron de las palabras, los ademanes y algún empujoncito. Los verdeamarillos muchachos de la UOCRA y los naranjitos familiares y amigos de Marín quisieron ser protagonistas centrales del acto.
Lo demás se sabe casi todo: el gobernador da pena cada vez que abre la boca.
Leyó el discursito que se había armado y logró su cometido: no dijo nada de nada. Cero concepto, cero inventiva, cero criterio. Tuvo, también, su merecido: resultó el más abucheado de la jornada.
Cristina aprovechó y le pegó a Clarín y a los jueces que le siguen dando una mano. Y sobre todo, en lo que es una batalla que recién comienza, a su antiguo enemigo Carlos Verna. Cristina recordó que en "épocas de entrega" (léase: menemismo con Verna como capo de la Banda senatorial), ella era una "solitaria legisladora" que decía las cosas que otros callaban. También le apuntó a su nueva estrategia de separarse del bloque oficial K para armar rancho aparte con la excusa del interés provincial y el federalismo pampeano. La presidenta dijo que "ninguna provincia va a crecer por sí sola, sino es por un proyecto de país". Y redondeó, para Verna que lo mira por TV (porque por supuesto no estuvo en el acto): "no hay que pensar 'en lo que me toca a mí', sino en todos".