¿Qué le pasa a Aimetta?

Se sabe que la gestión del Subsecretario de Cultura de La Pampa, Ángel Cirilo Aimetta, no empezó del todo bien; en rigor de verdad, empezó como el culo. Y siguió peor.
Tras el primer paso en falso que lo develaría –por lo menos para la mayoría– como un confeso censor, el verborrágico funcionario continuó tropezando, a la vez que renunciando a medias al cargo hasta que su inmediato superior, es decir el Ministro de Educación y Cultura Juan Víctor Bensusan, efectivamente dimitiera.
A partir de allí, Aimetta no “renunció” mas, quizás temeroso de que ahora sí le fuera aceptada la abdicación y pese a que continuó en errática trayectoria. Prueba de ello, por ejemplo, fue la distribución de una circular interna por él firmada y que en clara tónica policial (pero no del género literario, precisamente) prohibía a los empleados de la repartición hablar por teléfono, moverse de sus lugares de trabajo, disponer de un lapso de tiempo para el refrigerio y otra serie de medidas que no pueden denominarse de otra forma que “estupideces”.
Es que el trato entre el inquisidor funcionario y sus subordinados fue desde el principio de mal en peor. Haciendo salvedad, claro, con los laderos por él impuestos. En el colmo de la profilaxis, Aimetta llegó a decir que se “arreglaría con menos de la mitad” del personal.
Pero ahora la cosa pasó de castaño oscuro y el aire de la Subsecretaría se tornó irrespirable. Aseguran los agentes que revisten en Pellegrini y Quintana que el pésimo clima laboral se tornó insostenible.
Lo concreto es que el señor subsecretario hace varios días que brilla, y no ciertamente por lo acertada, novedosa, abierta, democrática, justa, innovadora o creativa acción de Gobierno.
Es casi una obligación –no sólo por razones que atañen estrictamente a su cargo, sino hasta por una cuestión de educación– que Aimetta debiera concurrir a los eventos culturales que se desarrollan en la provincia. Aunque sea para hacer rostro, algo que –encima– le sale muy bien. No son pocos los músicos, artistas plásticos, escritores, conferencistas, etcétera que se han mostrado sorprendidos por la ausencia del flemático funcionario a cuanto encuentro cultural se lo ha invitado; máxime teniendo en cuenta que a ojos vista de lo que genera desde la Subsecretaría, muy ocupado no ha de estar. Hasta corrió un rumor que cuesta un toco darle crédito y que asegura que “Aimetta solo va si le hacen una invitación especial”.
Entonces vale volver a la pregunta primigenia: ¿Qué le pasa a Aimetta?