viernes, 17 de octubre de 2008

Acto de la Deslealtad

Más que una fiesta por el Día de la Lealtad parecía un velorio. No porque hicieran las ofrendas florales que son habituales en ocasiones como estas (aunque –dato distintivo– todos pasaron frente al busto de Perón y lo tocaron con la mano, como si fueran sacerdotes bendiciendo, y tal como lo hace Sulma Valenzuela en la foto).
El asunto es el que acto oficial por el 17 de Octubre, en la sede partidaria, tuvo más ausencias que otra cosa: ni Marín, ni Verna, ni el gobernador Jorge y ni siquiera Aragonés se animaron a pasar por el lugar.
Tierno no podía faltar, pero llegó tarde y cabizbajo, como golpeado por una derrota electoral y por el juicio oral y público que se le viene encima.
La maestra de ceremonias fue Norma Abadie, que hizo de amenizadora formal, presentadora del discurso de la joven Liliana Robledo (digna hija de su padre) y de su propia alocución final.
Es difícil recordar un Día de la Lealtad tan opaco y deslucido en los últimos años.
Aunque por fortuna hubo un dato inolvidable: allí estuvo, como si fuera un descamisado, el mismísimo Oscar Vignatti. En el colmo de la hipocresía y la deslealtad, el ex radical devenido en neoperonista anduvo por el lugar ataviado con una camisa en tonos amarillos, prolijamente vestido, como si hubiera ido a una fiesta. Y hasta tuvo el tupé de arrancar con aplausos fanatizados cuando empezó a sonar la marcha partidaria, como si de veras fuera un fanático de la causa del general Perón y de Evita Capitana. Algunos peronistas de siempre no se bancaron semejante escena de surrealismo.
El absurdo se coronó con algunas palabras que cayeron pesadamente sobre el hombre en cuestión, quien envuelto en su propia vergüenza (si es que alguna le queda) prefirió bajar la cabeza y pegar media vuelta rumbo a la puerta de entrada (o, en este caso, de salida) y hace lo mismo que el 1 de Marzo cuando lo arreciaban los huevazos: huyó como una rata Oscar Vignatti. Y lo que iba a ser el acto por el Día de la Lealtad terminó siendo una ceremonia por algo que bien podría llamarse el Día de la Deslealtad.

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