Retenciones al Casino

Desde la Asociación de Trabajadores del Estado insisten en la necesidad de distribuir mejor la riqueza. Y para ello hay una propuesta concreta: que se le incrementen las "retenciones" al Casino, y a los juegos de azar en general. Un documento del gremio plantea esa iniciativa de la siguiente manera.
La política está patas para arriba.
Si hay un tema que en estos días es motivo de discusión en toda la nación, sin duda es “la redistribución de la riqueza”. Esta fue siempre una consigna de ATE – CTA pero nunca se había hablado tanto de ella y mucho menos desde las esferas gubernamentales. Pero nada más lejos de la realidad, porque lo que se hace desde el gobierno es la redistribución de la miseria. Para muestra basta un botón: la empresa más rentable de La Pampa, Casino Club, debería ser objeto de aumento de la retención. Porque ahí si que hay superganancias. ¿Quién tiene que hacer las retenciones a Casino Club? Nuestro Presidente del ISS, contador Tavella. Porque según la ley el juego tiene que financiar en parte la obra social y la acción social de la provincia, y porque se necesita fortalecer el SEMPRE, que no hace falta explicar que no cubre todo lo necesario. ¿Y qué quiere hacer Tavella? Quiere aumentar el bono de consulta médica, quiere sacarnos más plata a los trabajadores, para limitarnos el uso de la Obra Social. Pretende redistribuir la miseria.¿Qué pasará, no se anima a tocarle la riqueza al kirchnerismo?
Hay que decir que la más gigantesca redistribución de la miseria es el manejo de la coparticipación federal y su continuidad en la provincia, la coparticipación municipal. El máximo dirigente de la UCR estuvo hace unas semanas en La Pampa e informó que el gobierno nacional se queda con una parte muy importante de la coparticipación correspondiente a las provincias, y que en el caso de La Pampa es una suma de $ 425,7 millones anuales. Lo sorprendente es que, semejante dato pasó absolutamente desapercibido, tanto para sus partidarios que están de campaña electoral, como para los oficialistas que estaban discutiendo el aumento de la coparticipación municipal. ¡Nada menos que $ 425,7 millones, tres veces la coparticipación de todas las municipalidades y Comisiones de Fomento de la provincia! Quiere decir que si se recuperara esa plata se podría duplicar el presupuesto de todos los municipios y comisiones de fomento con un tercio y con el resto resolver los problemas de salud, educación y la recomposición salarial de los estatales. Entonces, la propuesta del Diputado Garay de aumentar 9 puntos la coparticipación a los municipios, haciéndose el burro sobre los fondos federales.¿No es redistribución de la miseria?
Esos Intendentes que son tan bravos en sus pueblos, que mantienten jornalizados en negro aprovechándose de la desocupación, que se niegan a proteger a los trabajadores municipales por falta de fondos, que sus corralones son un rejuntado de hilachas, con trabajadores harapientos. ¿No son eslabones de una cadena de redistribución de la miseria?
¿Por qué el gobierno provincial y los gobiernos municipales no reclaman lo que legítimamente les corresponde? Si a ese dinero que “se queda” el estado nacional, que evidentemente se queda con la parte del león, le sumamos el impuesto al cheque, que no se coparticipa, que significa una suma similar a esta, tendríamos los fondos necesarios para resolver los más urgentes problemas provinciales y municipales y los trabajadores estatales alcanzaríamos los $3200 que exigimos de salario mínimo. Y todavía falta la coparticipación de las famosas retenciones a los granos. ¿Entonces por qué todos se hacen los distraídos? ¿Por qué no hay una manifestación de Diputados, Intendentes y Concejales, reclamando los fondos para la redistribución de la riqueza que proclaman? Porque la política está patas para arriba. Porque temen perder el favoritismo que les permite ser candidatos.

Los trabajadores podemos cambiar esto, deberemos unirnos a todos aquellos que entienden que hay que recuperar la riqueza que nos roban, encabezando la lucha por nuestras reivindicaciones, poniendo las cosas en su justo lugar. Podemos poner de pié la política, firmemente asentada en la tierra y con la cabeza en el cielo.