La Arena pornográfica

Numerosos lectores de los espacios en la red se quedaron con las ganas de leer el texto completo que hoy publicó el diario La Arena -en formato de solicitada- para tratar de salvarse del caso de espionaje interno denunciado ante la Justicia.
Las afirmaciones allí vertidas son una falacia total: se trata de una explicación fuera de toda realidad, en la que además se acusa a los trabajadores y al responsable de la Agencia de General Pico de ingresar a páginas pornográficas.
En esa solicitada La Arena admite que usa, como forma de control de sus trabajadores, la práctica del espionaje. La situación está en manos de la Justicia y sus derivaciones son insospechadas.
Lo más lamentable del caso es que la empresa comercial-periodística intenta presentar la situación como un supuesto abuso y atropello respecto de la actuación del periodismo independiente, cuando en realidad se trata de una cosa muy diferente. O en todo caso, si se están vulnerando derechos constitucionales, intimidades y resguardo de las fuentes, las víctimas no son precisamente los empresarios de La Arena sino los periodistas que trabajan para esa sociedad anónima.
Si un hecho de similares características hubiera ocurrido en un medio nacional, sería un escándalo mayúsculo, de proporciones inusitadas. Pero en esta provincia con vicios feudales -no son el gobierno y el peronismo los únicos que se caracterizan por ese estilo- rige aquella máxima de que entre bomberos no se pisan la manguera. Quizá por eso, frente a la inconcebible actuación arenera, enseguida el espacio recogió la solidaridad de La Reforma (que brindó generoso espacio a la versión oficial del asunto) y el cómplice silencio del diario El Diario, que no ha informado una sola línea sobre el asunto.
En realidad, lo que no puede ignorarse es que es justamente La Arena quien actúa en forma pornográfica. Pornografía, según el diccionario de sinónimos, quiere decir obscenidad, impudicia, desvergüenza, torpeza, grosería, indecencia, impureza, inmundicia.