martes, 1 de julio de 2008

En la timba de la vida

La presidenta Cristina Fernández de Kirchner aseguró que “los señores de la timba financiera han pasado a la timba de los alimentos”. De esta forma la mandataria volvió a tironear de la soga en la cinchada doméstica que mantiene el Gobierno contra la patronal agropecuaria, aprovechado el escenario internacional que la tuvo como protagonista en la apertura de la cumbre del Mercosur, que se desarrolla en Tucumán.
Cristina, en un discurso con varios guiños a su par brasilero Inacio “Lula” Da Silva e igual cantidad de dardos a los jerarcas del campo, señaló que los dos grandes temas del siglo en el planeta son “los alimentos y la energía” por lo que consideró que “si antes la integración era un desafío, ahora es una necesidad”, en referencia a la consolidación del Mercado común del sur.
En otro pasaje –y para mostrar que se mantiene informada minuto a minuto– la jefa del Estado argentino dijo que hacía un ratito le habían comunicado que “el precio de la soja, por ejemplo, está en este momento en 590 dólares”, otro cachetazo a los ruralistas que aseguraron que el precio de la oleaginosa llegara a los 600 dólares era “una utopía”. (Cabe señalar que esto se mide en toneladas).
La presi sostuvo que “la región viene de una época de crecimiento inédito, que ha permitido que grandes sectores de la población accedan a alimentos que antes no tenían. No es que los argentinos se han decidido a comer en los últimos meses; es que con el retorno del trabajo y del salario decente la gente vuelve a acceder a una vida digna", agregó.
“Antes estos eran problemas de la macroeconomía, con endeudamientos y otros temas, pero hoy afecta directamente a hombres de carne y hueso, en los precios de la carne, el pan y la leche”, especificó.
Cristina dijo que la complementación se da en la “absoluta soberanía energética” de Venezuela, la “potencia industrial” de Brasil y la condición de agro exportadores de alimentos de Uruguay y Argentina, con “soberanía alimentaria”, y la minería de Chile y Bolivia.
“Cada uno con sus identidades, pero nunca como ahora, los gobernantes de América Latina nos hemos parecido a nuestros gobernados”, dijo Cris en una expresión que debe haber puesto verdes a los chicos del campo, a los paqueteros de Barrio Norte y a diestros en general.
Por su parte el mandatario uruguayo, Tabaré Vázquez, se manifestó contrario al régimen de retenciones que pretende reglamentar nuestro país, en tanto que su par venezolano Hugo Chávez criticó a los medios de comunicación argentinos por la cobertura realizada durante los cacerolazos. Durante su discurso, el “comandante bolivariano” insistió en que “estamos en el camino de la unión de Sudamérica, sobre todo ahora con el Mercosur politizado porque es una poderosa herramienta, sobre todo ahora que logramos colocar de nuevo los caballos delante de la carreta”.
Con su acostumbrado tono de trinchera y su soflama a lo Fidel, sostuvo que “ya nos sentimos de hecho y de derecho pleno al Mercosur” y recalcó que el organismo latinoamericano “no es una opción, es el camino”. Recordemos que Venezuela no es aún miembro pleno del mercado.
En otro tema, Chávez acusó al Gobierno norteamericano de George Bush de pretender asesinar al presidente boliviano Evo Morales, que de todas maneras disputará por la tarde un partido de fútbol con su equipo –conformado por algunos de los baluartes que lograron la clasificación de ese país andino para el mundial, justamente, de Estados Unidos– versus un combinado mayormente argentino.

3 comentarios:

Anónimo dijo...

Cierto es que con todas sus diferencias individuales, con todos los defectos que podamos achacarles, debe ser la primera vez que los gobernantes sudamericanos (alguna excepción en Uribe y el ya derrotado presidente Paraguayo) no son meros títeres automótas (bah, forros) de los intereses foráneos (USA, Europa) y de los grandes capitales.
Algo de dignidad, carajo, como la que exhibe Morales, a quien le están haciendo de todo para voltearlo.
Aguanten, aguanten, Evo, Lula, Correa, Bachelet, Tabares (aunque deba ceder ante papeleras con plata), Chavez (cuando más te putean la derecha y los proyanquis, más te quiero) y Cristina, claro que sí.
Todavía estamos muy lejos de un país justo, pero algo, un poquito, nos vamos arrimando, mal que le pese al campo y al vendepatria máximo de Menem.
(eh, radicales y socialistas, a ver si se afeitan los pelos de gorila y se dan cuenta que todos tenemos enemigos comunes)

Anónimo dijo...

PERON y los "jóvenes idealistas" (imperdible):
Los jóvenes idealistas de los 70 querían cambiar el mundo y así lo hicieron, aunque nunca sabremos si fue para bien o para mal.




En la Sorbona hicieron barricadas, como las que sus bisabuelos habían alzado durante las revoluciones de 1830 y 1848. Pretendían llevar la imaginación al poder con un libro de Marcuse bajo el brazo, prohibiendo prohibir lo que ellos no querían prohibir.

Los jóvenes estudiantes norteamericanos resistieron con los dedos en “v” a la guerra de Vietnam. Potenciaban su reclamo escuchando sus bandas preferidas en Woodstock, mientras hacían el amor sobre la hierba fumando un porro y leyendo “La Rebelión Cívica” de Thoreau en los pocos momentos libres que le dejaban sus maratónicas actividades (me refiero a las amatorias –claro está-).

Mientras tanto en estos lares los jóvenes de la dorada clase media – burguesa, cristiana y de estirpe antiperonista- se plegaban a la rebeldía cósmica dejándose crecer la pelambre, escuchando la prédica plañidera de los curas tercermundistas, y leyendo en versión completa a Freud y Marx (siempre nos gustó ir a las fuentes y evitar las exégesis). Si lo leyeron o solo fue un “libro de sobaco”, es otro tema. Pero algo les quedó y cuando aflora el inconciente no es raro que resurjan frases aprendidas en esas discusiones de Café.

Por entonces circulaba entre nosotros “La pedagogía del oprimido”, mientras reventaban las universidades estatales con miles de alumnos que podían acceder a sus aulas, gracias al ingreso libre.

Éstos jóvenes de la dorada clase media en un último intento de escandalizar a sus padres (más preocupados por la longitud de los cabellos y las polleras que por las lecturas de sus hijos) abrazaron la causa del tirano prófugo, que volvía como un iluminado león herbívoro. El viejo general durante su cómodo exilio había mechado sus lecturas con textos del socialismo utópico y la izquierda virulenta, actualizando su discurso. Después de todo, sus amigos, el Generalísimo y el maestro Benito, habían perdido prensa.

Los militares autóctonos, a falta de otra actividad más creativa, no habían dejado gobernar en paz a los dos más ilustres presidentes que recuerdan los argentinos en esta última mitad de siglo. (Para evitar celos vamos a hablar solo de estadistas que ya no están). Ni Frondizi ni Illía habían podido poner en práctica sus ideas por permanentes cuestionamientos del Ejército –que se creía el árbitro de la contienda nacional desde que Lugones hablara de la triste “hora de la espada” que resultó un puñal en la espalda.

Tantos fracasos hacían ver a los ojos de los jóvenes idealistas que el retorno del general era la única solución nacional. Perón volvió en el “charter” y aquí se reunió con los líderes de la juventud que habían apoyado al “tío” Campora sin reticencias. “Si yo tuviese su edad, quien sabe si no andaría poniendo bombas como ustedes”, afirmó con esa sonrisa de propaganda de pasta dentífrica. Pero ya en estas tierras, al viejo general se le cayó la máscara de zurdo y expulsó a los “jóvenes imberbes” de la Plaza de Mayo (convertida en el muro de los lamentos rentados del oficialismo).

Los jóvenes idealistas se sumergieron en la clandestinidad enfrentando al gobierno que ellos mismos habían asistido a entronizar. Muchos jóvenes idealistas adhirieron con convicción al movimiento subversivo, más después del Golpe del ‘76.

Algunos tomaron las armas, otros la pluma y muchos una cómoda resistencia deliberativa. Hubo muertos, desaparecidos y sobrevivientes, que lentamente volvieron al curso normal de la existencia. Se casaron, se divorciaron y se volvieron a juntar. Tuvieron hijos que les enseñaron a usar Internet y las virtudes del mensajito de texto.

Trabajaron, terminaron sus estudios y progresaron con mejor o peor suerte; hicieron negocios y establecieron sus emprendimientos que debieron sortear los crueles avatares de la economía nacional. Probaron las mieles de la burguesía. Conocieron Miami con “déme dos”. Visitaron las tierras de sus abuelos inmigrantes y también la isla de las maravillas, donde rindieron culto al héroe de su generación.

Supieron de prácticas capitalistas, bonos, acciones, el que apuesta al dólar pierde, tasas de interés. Hasta hojearon el “Wall Street Journal” sin mayores culpas… ¡Ay! ¡Las culpas!. Algunas noches, el remordimiento, la culpa que los sacerdotes tercermundistas les habían endilgado o el recuerdo de aquellos que tuvieron más coraje que ellos para llevar adelante sus ideas, no los dejaban dormir. Pero para eso está el Rivotril ¿no?

Los cargos de conciencia van y vienen… después de todo, una cartera de Louis Vuitton no era una traición al ideario juvenil. ¿O si? Ni los Rolex, ni las pieles ni el Minicooper de la nena, ni el oro, ni las piedras preciosas o los zapatos de marca. Eran solo inocente indulgencia. Las mieles de la burguesía endulzaron el trago amargo del cargo de conciencia. Crecieron y les llegó el turno de gobernar.

Si, porque a todas las generaciones les llega el turno de gobernar. Era su oportunidad. Llegaron al gobierno con un tatuaje del Che en el hombro y en camionetas 4 x 4. La culpa y el inconsciente les hizo rescatar de la memoria esas lecturas juveniles. ¿Dónde habían dejado la vieja edición del Das Kapital? Era el momento oportuno de llevar la imaginación al poder y solo trajeron viejas recetas que el general había probado y a todos había dejado indigestado.

¿Prohibido prohibir? No, bueno, eso solo vale cuando las leyes las hacen los otros.

La culpa los persigue, y las culpas se pagan. Encontraron la redención con los dineros ajenos y demostraron que la dichosa culpa se abona en billetes o con cheques a Las Madres de Plaza de Mayo. Más precisamente, a la Sra. Bonafini le entregó el gobierno 37 millones de pesos en subsidios, publicidad y partidas del Ministerio para construcción de viviendas. A la señora Carlotto solo le llegó el 10 %. De esta forma, la Sra. Bonafini puede canalizar mejor su apoyo al oficialismo y destilar su odio ¿Qué gases va a usar para ordenar a los golpistas? ¿Quien sabe a qué se refiere? Después de todo está el negocio de la construcción.

Al parecer no le bastan los dinerillos que percibe porque en los últimos dos años emitieron 147 cheques que fueron rechazados. El malentendido suma $ 1.666.270. Para ordenar su administración ahora cuenta con la Sra. Miceli. Quizás encuentren más plata en los baños…

Pero para estos jóvenes idealistas, el mundo ha resultado ser mucho más cruel de lo que habían pensado. Sus credos se hacen papilla contra el mundo globalizado, las viejas ilusiones se destrozan frente a la realidad, los modelos de ayer han fracasado, los hijos naufragan en Internet.

El gen egoísta triunfa. El capitalismo ¿es la verdadera esencia del género humano? ¿Entonces los viejos decían la verdad? Es duro claudicar de los antiguos ideales. Hay que perseverar. Apretar los dientes y decirse una y mil veces: la inflación no existe, la inflación no existe… ¡Maldita suerte! Entonces la lucha de clases, la dialéctica, el compromiso? ¿No hay una tesis y una antitesis? Hay muchas, tantas como hombres pensantes. Pero eso no garantiza que exista una síntesis o que todos estén de acuerdo con esa síntesis

Los jóvenes idealistas de hoy se debaten en incómodas contradicciones. Nunca desde tiempos de Marcelo T. de Alvear, llegó a la presidencia un matrimonio con una fortuna personal de esta envergadura. Sin embargo, todos los que se le oponen son para ellos oligarcas y aristócratas. Pero ellos no se ganaron los pesos cortando caña en Tucumán o sembrando los surcos de la patria o trabajando en las fábricas.

La clave de su éxito tiene un número: 1050… la desgracia ajena. El resto vino con la carrera política. Nunca pagaron una quincena. Ante la adversidad instintivamente esgrimen las muletillas juveniles, Gorila, Garca, Chupasangre, milico, dictador, vendepatria, explotador, la misma dialéctica del General cuando en los ’50 decía que iba a repartir alambre de enfardar para colgar a la oposición. ¿Hubiese amenazado el general a sus diputados?

De este festival de recuerdos, de este volver a vivir los ’70 – Gelbar, Isabelita, mocasines de Guido, la sonrisa del “Tío”, trajes cruzados, bigotes, plaza y bombo ¿Rodrigo incluido? hay algo que debemos agradecer.

El tiempo, un dios sabio al fin atemperó sus ánimos y aburguesó las costumbres de estos jóvenes idealistas, porque si hubiesen triunfado entonces… ¿qué hubiese sido de esta Argentina?

¡Ay! Las culpas… las culpas se pagan, antes o después, pero se pagan.

Anónimo dijo...

Quizás si hubiesen triunfado entonces no estaríamos en esta encrucijada en la que estamos ahora. O quizás sí ¿quién sabe? De todas formas los "verdaderos" son los que no están, o los que quedaron pero ven la vaca y lloran. No todos son o eran iguales, no olvidemos que en una época hasta ser revolucionario estaba de moda. Claro, en el café, o en la universidad, o en la plaza. Ahora quizás esa moda se trasladó a Internet. Gracias por estos aportes, todas las miradas sirven.

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