Son unos hijos de puta

Hay un límite hasta para ser hijo de puta. Y los nefastos componentes de la clase política lo acaban de superar.
El desmadre que dejó el cínico ex intendente Juan Carlos Tierno, más la inacción y la cobarde complicidad de quienes lo suceden en la tarea, llegaron al colmo de la miseria: las deudas y los líos administrativos, contables, financieros y económicos derivaron en que los chicos que van a los comedores se quedaran durante una semana sin elementos vitales como la carne, el pan, la fruta y la verdura.
Los funcionarios de la Municipalidad, muy políticos, salieron a relativizar la situación, diciendo que son cosas que pasan, que no es la primera vez y prometiendo que mañana se va a normalizar por lo menos la provisión de carne.
La verdad es que es intolerable que jueguen de semejante modo con la salud de los chicos y de los abuelos, los más vulnerables y los que menos tienen.
En los comedores afectados desde el miércoles pasado asisten -en promedio- más de 60 chicos que necesitan imperiosamente una comida nutritiva, además de más de una decena de abuelos que viven en condiciones precarias y que retiran diariamente su vianda.
Al parecer, la falta de pago a los proveedores -una situación que se repite en todos los organismos y en todos los rubros, pero que en este caso es insoportable e injustificable- hizo que dejaran de entregar los insumos básicos a los comedores.
Después, esos mismos dirigentes se llenan la boca hablando de "los únicos privilegiados" y de devolver la "dignidad" a los que sufren la pobreza del bolsillo.
Son unos chantas, unos hipócritas, unos hijos de puta, unos soretes.