domingo, 4 de abril de 2010

Pintando en Arlés

Las gotas de láudano se encarnan en el cuerpo y ese azulejo gigante que es el cielo atesora ilusiones. ¿Llegó la hora de que una oreja marchite? La pipa, desmoronándose, vierte el tufo del tabaco en los pulmones y la mano a la deriva sigue su curso inalterable en la continuidad anatómica del pincel. Vincent insinúa padecer sifosis. En esa postura despliega un policromo de efectos. Se divierte en el cúmulo de croquis. Por un momento con la mano derecha se rasca la ingle. El atril aplasta las flores.
¿Dónde estás?
El campo es verde naranja, a nadie le importa, y en la lejanía el grupúsculo de casas impropias fallece por la distancia, Vincent con su humor tosco pinta hasta enajenarse. El sombrero de paja opalino embute los sentidos; el foco de atención es sólo el lienzo sobre el que pinta detalles.
Theo deambula en la frescura de otros aires y enigmas.
Negro Vachino

2 comentarios:

Anónimo dijo...

Superándose a si mismo. Impecable. Negro Vilois Vizcaya.

Anónimo dijo...

Theo, aún pobre de recursos materiales ayuda a su hermano, su correspondencia es imperdible, allí quedó al alma de los dos hermanos y algunos secretos de sus cuadros.

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