La Plaza más heterogénea

-¿Y esto que vendría a ser? A ver… ¿cómo se llamaría este espacio? –preguntó un amigo, enrolado claramente en la izquierda, mientras estábamos en las escalinatas del monumento a San Martín y mirábamos para los 4 lados, sorprendidos por tanta heterogeneidad y también por tanta cantidad.

-Es una mezcolanza –le dije y poco más, pero me quedé pensando…
-¿Sería un espacio “nacional y popular”? –insistió.
-…


Posiblemente un espacio –pensé enseguida y escribo ahora, un poco a las apuradas– empieza a definirse no tanto por los que están adentro, sino por los que quedan afuera. Y esta tarde/noche, en la Plaza San Martín de Santa Rosa, hubo unos cuantos que no fueron (porque no quieren, porque no deben, porque no pueden) a pedir que se aplique la Ley de Medios de la democracia.
No estuvieron los grandes jerarcas del PJ y de la UCR, por ejemplo. No hubo -casi- funcionarios del gobierno, ni representantes vernistas, ni patrones rurales.
Hubo de todo, eso sí: 6 de un lado, 7 del otro, 8 del otro...


–La única cagada de esto es estar mezclado acá con tipos como Manolo Baladrón – dijo otro amigo (en este caso gremialista), en otro rincón de la Plaza.
–Sí… eso pensás vos… pero imaginate lo que debe estar pensando él, jaja: “tengo que estar mezclado con todos estos…”


Es imposible que cualquier espacio político o social no tenga infiltrado en sus filas algún residuo de lo que ya pasó. Baladrón estaba ahí, sí, pero seguramente por primera vez se sintió parte de una minoría acá, en Santa Rosa, donde supo cortar el bacalao. Se le arrimaron Nelson Nicoletti y algunos más, pero seguro que Baladrón hubiera dado lo que no tiene para modificar la fauna que lo rodeaba.
Ni Marín lo acompañó (aunque mandó a su esposa Cachu y a sus hijas Alba y Alina): el ex gobernador y ex senador no estuvo, a riesgo de que alguien –por ejemplo– le recordara su desempeño frente a las patronales agropecuarias, cuando votó en contra de la Resolución 125. Esa movida política tuvo aristas (y metas) bastante parecidas a la actual suspensión de los efectos de la Ley de Medios de la democracia.

La heterogeneidad de esta Plaza San Martín hizo recordar –aunque sólo por un ratito– algunas otras marchas, más tensas y más intensas; más alegres y más nutridas, aunque casi igual de anárquicas en su manejo.

Saúl Santesteban y Rosalba D’Atri, director y propietaria del diario La Arena, conversaban con Armando Inchaurraga y Gladys Rusell, ex funcionarios marinistas. La CPE en pleno llevó bandera y todo: Oscar Nocetti y su rival interno de la celeste, Hugo Martina, compartieron el espacio. Fue Carta Abierta, desde ya. Y fueron los gremios peronistas y el Movimiento de Derechos Humanos. Fue Heriberto Mediza y fueron los comunistas como el Negro Ibaceta y Julio Pedehontaá. Fijate lo que pasó, que fueron 3 concejales, de distintas fuerzas: el justicialista “Cala” Molteni, la fregenista Alicia Iribarren, el radical “independiente” Marcos Cuelle.
Separados por unos pocos pasos estaban Eduardo Aguirre –el criminólogo de discurso progresista que ha representado a los de guante blanco de nuestra pequeña comarca– y Claudio Montenegro, un consecuente defensor de los Derechos Humanos y de los que menos tienen que padecen su violación.

Rara Plaza San Martín, convocada para defender una Ley de Medios que algunos se empeñan en seguir bautizando “K”, y que sin embargo…
Esa es la gran trampa en la que quieren meternos, desde un lado y desde el otro: quieren hacernos creer que la “Ley K” es “del gobierno”, o de los funcionarios que manejan el gobierno, cuando en realidad es el fruto de –entre otras cosas– una lucha sistemática, coherente, insistente, de un montón de agrupaciones intermedias, ONG y sectores sociales. Y también de la decisión política del gobierno, que no fue nada menor. Pero no es la ley de una presidenta, ni de un gobierno, sino la ley de todos, como gritó alguien en el micrófono.
La ley del pueblo, como tendríamos que decir, venciendo el prejuicio de usar esa palabra que de tan bastardeada ha perdido algo de sentido (pero debiera recuperarlo).

La marcha de esta tarde/noche, vinculada con el programa “678”, fue una especie de aperitivo de la que vendrá el próximo jueves 15 de abril. Ese día, a las 5 de la tarde, habrá radio abierta y pintada comunitaria en la misma Plaza San Martín.
Habrá, otra vez, una mezcla interesante; un escenario heterogéneo que nos hará sentir que tenemos tipos de nuestro bando, y que también nos hará poner incómodos. Porque no es lo esencial defender un personaje, embanderarse en un sello, levantar el afiche de alguna caripela, sino más bien pelear por alguna convicción, alguna idea, algún sueño, algún proyecto.
Es un inicio, a lo mejor. Nunca se sabrá demasiado bien –o a lo mejor algún día sí– qué significa exactamente “nacional y popular”, entre otras cosas porque cada cual le da a esos términos la definición que prefiere, que se le antoja, o que le conviene. Pero no parece tan lejana la caracterización si hacemos ese jueguito que contaba al principio: el de definir un espacio no tanto por los que se ven, sino por los que no pueden/no quieren/no deben estar.