jueves, 11 de marzo de 2010

Piñera asume con el eje corrido

El terremoto del 27 de febrero en Chile corrió el eje de la Tierra. Pero también le cambió el panorama al derechista Sebastián Piñera, el millonario que con apoyo del residuo pinochetista asumió hoy como presidente con una nueva réplica de 7,2º Richter como antesala, que se sintió en el Congreso donde se realizó el acto.
Michele Bachelet, increíblemente, se va del poder con una altísima imagen, aún después del sismo: una encuesta de la consultora Adimark, realizada en los primeros días de este mes, señala que tiene una aprobación del 84 por ciento de los ciudadanos de ese país.
Lo que está claro es que la catástrofe natural, además de dejar devastada a buena parte del sur chileno, también puso en evidencia que el famoso "modelo" tiene grietas por todos lados.
La teoría del "desarrollo" se vuelve cuento allí donde se descubren pobreza y marginalidad: ese resentimiento y esa violencia estallaron especialmente en los saqueos, que demostraron la desigualdad patente que cruza a la sociedad chilena.
Los principales funcionarios de la Concertación que deja el poder se jactan de haber bajado los índices de pobreza del 40 al 13 por ciento. Aunque hay cifras que señalan que el 54% de los chilenos vive con 257 dólares al mes. Como consecuencia del terremoto, el desempleo -que medido en la capital Santiago llega al 10,4%- ahora crecerá. Y hay otra estadística clave: Chile es el país de Latinoamérica que tiene la brecha más grande entre ricos y pobres.
"Los saqueos fueron un resultado, antes que del desabastecimiento, de la desigualdad de los ingresos, y de la posibilidad de nivelar, por la emergencia, y por la violencia, una situación de otros modos inalterable", escribió Alfredo Grieco y Bavio en la revista Veintitrés.
Lejos de las ambiciones de Joaquín Lavín, un ex funcionario de la dictadura de Augusto Pinochet al que Piñera eligió como su ministro de Educación (cualquier semejanza con la realidad macrista en la Ciudad de Buenos Aires no es mera coincidencia). Lavín, en aquellos años de botas sin votos, percibió que Chile estaba tan desarrollado desde lo económico, lo humano y lo social, que hizo una inolvidable columna de opinión bajo el título "El adiós a Latinoamérica".
Ese país asumirá Piñera, con la obligación de la reconstrucción, que tendrá altísimos costos económicos.
En el medio de toda esta historia, desde ya, lo que en Chile ya es una costumbre: el enorme poder de sus fuerzas armadas, las adhesiones que despiertan los carabineros y otros uniformados, y que tienen su correlato en las enormes inversiones del Estado en la compra de armas (desde el '90 hasta hoy, gastó 10 mil millones de dólares en esa cuestión).
A pedido de los medios y de buena parte de la comunidad, el gobierno "progresista" de Bachelet le otorgó prioridad a la represión de los saqueos de supermercados en medio del caos, pero esa reacción no disimuló los enormes errores que tuvo -por ejemplo- la Marina a la hora de advertir a la población sobre tsunamis: en algunos casos la actuación de los militares llevó a la tragedia, ya que negó estados de alerta y cuando los pobladores regresaron a sus viviendas se encontraron con las furiosas olas del Pacífico.
Toda esa realidad modifica -aunque no quiera- los planes de Piñera. Así como hay simpatizantes derechistas que le ven el costado bueno al asunto, suponiendo que si hace bien las cosas "no se va más", lo cierto es que algunas expectativas del nuevo presidente se verán acotadas: no podrá distrarse demasiado en generar un polo contrario a la Venezuela chavista; su soñada apuesta al libre mercado se topa con la paradoja de que tendrá que elevar el gasto público para afrontar la reconstrucción con obra pública y asistencia social; y no tendrá demasiado espacio para los caprichos chauvinistas en un escenario en el que necesita que los socios latinoamericanos le tiendan una mano.

2 comentarios:

renegado dijo...

está claro lo q resultó la Unidad Popular, pero comparada con la gestión de Bachelet era una verdadera revolución. No se pueden hacer cambios profundos y necesarios, elementales para desarrollarse como país sin atacar a fondo los problemas y las causas que llevan a q estas sociedades sean básicamente injustas y excluidoras de la riqueza que generan nuestra tierra. Las medidas tibias no son un error, están planificadas para q siga todo igual. ¿socialismo? ¿de donde ?

Anónimo dijo...

Piñera, habría afirmado, que una vez, asumido a la toma del Poder,como primer medida de gobierno, renunciarían sus empresas ligadas al Gobierno, por una cuestión de ética y transparencia a su gestión... Pero,ahora...Nada. Los "rotitos", los "guazos" y los "momios" reculiaos... miran, perplejos en un silencio, que Piñera prolonga en cada temblequeo que mueve el piso chileno...

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