
Así, el cambalache manosea a todos y cualquier opinólogo vía línea abierta termina siendo confundido con el editorialista de algún medio. Bueno... algo así queríamos decir, no sabíamos muy bien cómo... Y no hizo falta hacerlo.
Porque el periodista y ciudadano Diego Rottman, desde su blog Malas Palabras, nos sacó del apuro. Publicó un post justito, al que no hay que agregar ni quitar nada, pero del que manoteamos especialmente esta parrafada.
- Confundir con periodismo al valioso aporte de material fotográfico o de video por parte de testigos de accidentes, catástrofes naturales o atentados es pretender igualar al que hace respiración boca a boca en la calle con un cardiólogo. Desmerecer la experiencia o los estudios de un periodista profesional porque con las nuevas herramientas cualquiera puede opinar ignora el resto de las prácticas que arrojan como producto una noticia, incluyendo el relevamiento de más de una fuente (cosa que casi nunca se hace en el periodismo ciudadano), el recabar y procesar información, la redacción inteligible y atractiva y, eventualmente pero no necesariamente, una opinión. Es probable que se respete más la opinión de un amigo de Facebook sobre una película que lo que escribe un crítico de cine, pero eso no transforma al primero en periodista. Y que haya malos periodistas y mal periodismo no invalida que haya excelentes periodistas y medios que apuesten al periodismo de calidad.
- La cruel verdad es que, salvo excepciones como Ohmynews, los portales de periodismo ciudadano fracasan inexorablemente. Es que si existe un ciudadano capaz de cumplir eficientemente y en forma rutinaria con las prácticas periodísticas no es un periodista ciudadano, es un periodista. Cubrir episodios que no sean de nuestro interés, escribir con periodicidad y dedicarle el tiempo necesario a la tarea de reportero son obligaciones que el periodista ciudadano no está dispuesto a padecer, mal pago o trabajando gratis y generalmente con otra ocupación como modo de vida.
- A pesar de la explosión de comunicadores amateurs, la agenda periodística todavía la siguen manejando los medios tradicionales, que acudirán deseosos de material a las redes sociales cuando suceda una noticia no programada. Le compran el múltiple choque al ciudadano no por su talento para mostrar una noticia, sino nada más que porque ellos no pudieron estar allí en ese momento.
- Y después está el costado moral del asunto. En su nota "After Fort Hood, another example of how ‘citizen journalists’ can’t handle the truth", Paul Carr se lamenta por la cobertura en Twitter de la masacre de Fort Hood, donde los populares tuiteos de un testigo resultaron erróneos o violaron los códigos militares y de salud de EE.UU. (donde esta prohibido sacar fotos en un hospital). Carr argumenta que las redes sociales nos están transformando en egoístas inhumanos donde la mirada de un recital es a través de la pantalla de un celular aunque estemos allí, donde importa más que nos miren mirando que participar del acontecimiento ("¿para qué necesita el mundo dos centenas de fotos de la misma banda en el mismo escenario, todas tomadas a a vez desde casi el mismo ángulo?", se pregunta). Donde, frente a un accidente automovilístico, usamos nuestro teléfono, pero no para llamar al 911, sino para retratar a los autos destrozados. Reflejo de periodista ciudadano, voyeur mirando para sus voyeurs virtuales en lugar de involucrarse con su prójimo real. Desde esa perspectiva, hasta valdría más impulsar la medicina ciudadana que seguir alentando a su equivalente periodístico.
1 comentario:
esta bueno el planteo, y es cierto en algún punto (desde mi humildísima y autobastardeada opinión). pero tambien existen popes del periodismo que más bien son simples ciudadanos y más que bien acomodados, que no hacen más que reproducir discursos o lógicas que no contribuyen al mentado bien común. podríamos hasta dividirlos en rangos y evaluar su "potencial responsabilidad" y si existiera la figura legal hasta condenarlos por ocultar siempre las verdades indecibles para llenarnos de verdables livianas y vacías. algunos mas cercanos al poder con reuniones secretas de bajadas de líneas estrictas y otros más chabacanos, que entienden la movida y surfean entre pasillos y cafes del medios para (al mejor estilo lacra) obtener los pedacitos pan que luego dejarán migajas a otros y que serán finalmente pequeñas particulas para algunos más y nada para la mayoría.
creo que por ejemplo buenos "periudadanos" serían los valientes que (a mano de tanta tecnología) comenzaran a grabar charlas secretas, maniobras ocultas, o sea las cagadas de las gallinas de los palos de arriba PARA PONERLAS EN BLOGS que luego promocionaren o promocionacen (se puede decir de las dos maneras)
igual sigo pensando que "nosdestruiránatodos"
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