Postales de la crispación

Y la tan mentada crispación que nos venían vendiendo la tele y los grandes pulpos mediáticos nacionales, un día llegó a Santa Rosa...
La mañanita del jueves fue de intenso cachengue en pleno centro: hubo peleas, enfrentamientos, violencia institucional y personal, histeria, ruidos.
Primero, frente a la Plaza San Martín, algunos conductores desaforados no se aguantaron perder un minuto de su tiempo cuando los trabajadores estatales manifestaban en su primer día de paro. Algunos de esos atropelladores -según contaron las víctimas de sus arrebatos- eran referentes de la patronal rural que en su momento cortó rutas y desabasteció el país para que no les tocaran el bolsillo.
Después, frente a la Cámara de Comercio, el reclamo de los trabajadores mercantiles para que se pague el plus patagónico que les pertenece a los empleados pampeanos (que residen y laburan en una provincia de la región) terminó con incidentes y picos de tensión.
El secretario general del sindicato, Carlos Nemesio, quedó como El Hombre de Fuego. Aparecieron los bomberos para tratar de apagar las cubiertas que habían quemado los manifestantes para llamar la atención. Hubo agua para todos los gustos y hasta los pibes lavacoches aprovecharon la ocasión para arriar agua a sus baldes.
También llegó la Policía y hubo algunas fuertes refriegas. Uno de los protagonistas fue nada menos que Darío Seisdedos, jefe de la Seccional Tercera que se hizo famoso por el operativo de desalojo del Colectivo 1 de Marzo. Esta vez, por suerte, no usó gas pimienta.
En medio del reclamo y los contrapuntos entre trabajadores y policías, metió la cola -prepotente y en actitud patotera- un empresario joyero de la zona. Munido de un arma en forma de palo o fierro (como muestra la foto), tuvo una conducta pendenciera: primero se enojó con uno de los manifestantes que hacía sonar bombas de estruendos y después arremetió contra una fotógrafa, a la que le manoteó la cámara y le hizo gestos amenazantes con el objeto contundente que llevó consigo para hacerse el matón.
La histeria que habitualmente se respira en las calles de Santa Rosa cuando llegan las fiestas -la mayoría de la gente en vez de vivir una noche de paz y amor se pone como loca en el centro, anda apurada y exhibe todo su egoísmo y su consumismo imparable- se ve potenciada ahora por esta tan crispación, que de tanto mentarla nos llegó nomás... Y encima ahora viene la presidenta Cristina Fernández y parece que hay un montón de sectores dispuestos a hacerle entender sus enojos e intereses no atendidos.