Selección de excusas

Primero era que Román y Messi estaban peleados y no se pasaban la pelota. Después, que andaban a distintos ritmos y por eso no se encontraban mucho. Más tarde explicaron que casi no entrenaban juntos y eso dificultaba el andar del equipo.
Ahora van a decir que el partido con los peruanos se jugó muy tarde y por eso andaban medio dormidos. Nadie sabe muy bien qué le pasa a la Selección de fútbol de Argentina, si es que de veras tiene taaaaaan buenos jugadores como dicen.
El asunto es que los peruanos, limitadísimos técnicamente, con las estrellas ausentes pero con tremendas ganas de llevarse el mundo por delante, no sólo empataron en el último instante, sino que además hasta pudieron haber ganado.
En el trámite del partido fueron superiores a la Argentina pachorrienta y desganada, que juega con desdén, como si los partidos no importaran un pito. A lo mejor es eso: estos partidos no importan un pito porque se sabe que -supuestamente- ya estamos clasificados.
El gol lo hizo Cambiasso, uno de los nombres que ya cansa, después de una corajeada de Gago, que es de lo mejorcito.
Pero el asunto es porqué juegan tan feo, tan mal, sin entusiasmo, porqué caminan por la cancha o andan al trotecito, porqué siempre con cara de fastidio, enojados con rivales, compañeros y árbitros; como si les hubieran aplacado el deseo, o como si estuvieran demasiado acostumbrados a las publicidades.