Es lo que hay

Una acelerada furibunda de Messi, una pausita de Román, otro pase exacto de Lío y la definición exacta del Kun Agüero alcanzaron para salir del pozo en el Monumental. Entre Heinze y el Pato Abondanzieri se habían mandado la gran cagada en el primer tiempo, que le permitió a los paraguayos ponerse 1-0 por las eliminatorias para el Mundial de fútbol de ¿Sudáfrica? 2010.
Todo ese primer tiempo fue patético, a excepción de un tiro libre en el travesaño de Riquelme y de un par de encaradas de Di María.
Abondanzieri se fue lesionado en la jugada del gol (¿de veras tendrá que ser Abonzandieri el arquero argentino? ¿Por qué siempre le pasa algo?). Tévez se creyó demasiado ese cuento de que es esencialmente un metedor, como si fuera Giunta, cuando en realidad es un jugadorazo. Ahora se dedica más a pelear, tirarse al piso, marcar y también pegar, como si le hiciera falta. Así se tuvo que ir expulsado, aunque también pareció un castigo un poco excesivo.
En el segundo tiempo apareció lo mejor del equipo, pero tampoco es para exagerar. Messi estuvo quieto casi todo el tiempo, como si anduviera enojado o sencillamente se hubiera dedicado a que le vean ese feo peinado flogger que estrenó. Riquelme perdió muchas, pero también estuvo en los mejores pases: le puso una con la mano a Coloccini, que pifió el cabezazo cuando ya era el 2-1 y dos a Agüero (una la cacheteó por arriba, otra la tiró un poco lejos del segundo palo).
El asunto es que Argentina nunca termina de convencer, más allá que el camino al Mundial parece siempre tranquilo. Basile, en el banco, da un poco de cosita: ¿es el DT que merece una selección de la jerarquía de Argentina? ¿No es demasiado chanta? ¿No es más personaje que entrenador? ¿No es un retroceso respecto de dos caballeros como Bielsa y Pekerman? ¿Habrá que autoconformarse con aquello de que “es lo que hay”?