¿Y ahora qué? La pregunta infinita recorre su cuerpo. El impulso eléctrico de matarse lo desborda. Se sienta en la cama de cubrecama verde. Luego, acostado, encuentra una excusa para incorporarse. Bebe del vaso con desesperanza. Las lágrimas lo ahogan. El cielo es fructífero con sus cinco mil millones de gotas de agua dulce. La verdina renace. Lugones se marchita. Perdón, es una flor de plástico. Uno a uno los pétalos caen desde la memoria y recorren, mentirosos, austeros, la historia de Leopoldo. Observa. Los ojos ya no lloran. Desde la ventana suena un jilguero.
¿Y ahora qué? La pregunta, punzante, lo encierra en un dilema cíclico. El río crece y la tarde amaga con volverse espesa. Lugones, terco, se hunde sin consuelo en la habitación. Flota en el aire una suave brisa de pólvora.
Las flores de plástico no mueren.
Negro Vachino
(Gracias a Titãs por la frase: las flores de plástico no mueren).
5 comentarios:
Che TORROBA!!! porque no lo mandas a herviti o alguno de esos pelotudos que tenes como empleados para que fumiguen la laguna y sus alrededores. NOS ESTAN MORFANDO LOS ZANKUDOS!!!! y el raid esta carísimo. En la época del salame de Jorge no había tantos mosquitos. movete loco, si te interesa gobernar!!!
Eso sos vos Bachino: una flor de plástico olvidada en algún cementerio!
Mario
Leopoldo Lugones, el poeta de "El jilguero", pasa a la Historia Argentina, por introducir en el país la picana eléctrica, su implementación como método de confesión. Utilizada por los genocidas de los gobiernos de facto, contra militantes embarazadas en cautiverio.
Respetuosamente: La flor de plástico te la podés meter en el tuje.
Terrible flaco. No te conozco. No se quin sos, pero es un horror. ¡Sos muy malo! Dejá de escribir, ¡por favor!
Leopoldo Lugones el poeta no fue quien introdujo en el país la picana eléctrica y su uso como método de confesión, sino que fue su hijo, el padre de Pirí.
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